10 de septiembre de 2019

¿El Destino y la Fatalidad Existen?

¿El Destino y la Fatalidad Existen?

por Astolfo Olegario de Oliveira Filho

Un lector nos pregunta: ¿Cómo el Espiritismo ve la cuestión del destino?
El vocablo "destino" es usado en la obra espírita con dos sentidos. En 'tema 177 d Libro de los Espíritus , de Allan Kardec, que se utiliza como un sinónimo de meta, el propósito de la existencia humana, que es la perfección y la felicidad.

En el sentido ordinario de la palabra, lo que probablemente se propone en la pregunta anterior, el sujeto es tratado de una manera especial en los temas 259, 851, 866 y 872 del Libro de los Espíritus .

Resumidamente, enseña el Espiritismo que no todas las pruebas de la vida son previstas o propuestas por el Espíritu que se prepara para reencarnar, el cual elabora, con ese objetivo, su programación reencarnatoria.
La llamada fatalidad existe, por tanto, tan sólo por la elección que el Espíritu hizo de enfrentar, al encarnar, cierta prueba. Al escogerla, instituye para sí una especie de destino, que es la consecuencia misma de la posición en que viene a encontrarse colocado.

En la aludida programación se prevén sólo los hechos principales, los que influyen en el destino y el género de las pruebas. Las particularidades corren por la posición en que la persona se halla y son a menudo consecuencias de sus propias acciones.

Escogiendo, por ejemplo, nacer entre malhechores, el Espíritu sabe a qué arrastres se expondrá. Ignora, sin embargo, cuáles los actos que vendrá a practicar. Estos actos se derivan del ejercicio de su voluntad, o de su libre albedrío. Sabe también que, eligiendo tal camino, tendrá que sostener luchas de determinada especie y no ignora de ese modo de qué naturaleza serán las vicisitudes que se le depararán.

Los acontecimientos secundarios de una existencia corpórea se originan casi siempre de las circunstancias y de la fuerza misma de las cosas. Si tomamos una carretera llena de surcos profundos, sabemos que tendremos que andar cautelosamente, porque hay muchas probabilidades de caer. Ignoramos, sin embargo, en qué punto caigamos y bien puede suceder que no caigamos, si somos bastante prudentes.

Tomado del Blog "Espiritismo Siglo XXI"

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