ALLAN KARDEC, Ayer, Hoy y Siempre (prosa)
Por Tilde Pérez Pieroni De CapalboHace más de un siglo dijiste la verdad de los siglos:
-La muerte es un ajado vestido que se deja.
Morir es renacer... progresar siempre... Y siempre
superar un estado más hondo de pureza.
Como a todos los sabios, te tuvieron por loco...
Y te llovían piedras...
Dijiste que los muertos alternan con los vivos
y que, por ellos mismos aquí se manifiestan.
Pulverizaste el velo secular del misterio
que separaba el cielo clerical de la tierra.
Revelabas al hombre hacedor de sí mismo...
Y te llovían piedras...
La verdad, en un puño bajaste de su trono
al implacable Dios de las penas eternas.
Dios solo puede ser Dios de Amor y Justicia,
y un mismo juez en todos: La voz de la conciencia.
Entre ciegos brillaba tu luz incomprendida...
Y te llovían piedras...
Igualaste a los pobres y a los ricos, probando
que no hay Dios que por rezos o dádivas se venda;
que la hermandad del hombre es la ley de las leyes;
que cada cual cosecha, al final, lo que siembra:
Todos sin privilegios son hijos de sus obras...
Y te llovían piedras...
Y el día más oscuro de la Historia de España
-celoso el Santo Oficio de tus obras maestras-,
por condenar tus libros, condenaba a la iglesia,
en un “auto de fe” –farsa de cruz y óleos-
el pueblo recogía, devoto, las cenizas...
Y aún te llovían piedras...
ALLAN KARDEC. Maestro sembrador de verdades
La nueva humanidad ya no deriva a ciegas.
Con el Espiritismo le has legado una brújula
de luz, que marca el norte del Amor y la Ciencia.
Y desde el cielo impar del Espíritu Puro...
Hoy te llueven estrellas...
Extractado del Sitio Centro de Estudios Espíritas Francisco de Asís.