Mediumnidad Curativa
Es la capacidad que tiene ciertos médiums de curar molestias por sí mismos, provocando reacciones reparadoras de tejidos y órganos del cuerpo humano, inclusive las generadas por la influenciación espiritual.
Así como hay médiums que emiten fluidos propios para la producción de efectos físicos concretos (ectoplasma), los hay igualmente para la emisión de aquellos que operan las reparaciones antes referidas.
El fluido, en esencia, es siempre el mismo: sustancia cósmica fundamental, pero sus propiedades y efectos varían inmensamente, según la naturaleza de la fuente generadora inmediata, de la vibración específica y, en muchos casos, como por ejemplo, éste, de curación, según el sentimiento que presidió el acto de la emisión.
La diferencia entre los dos fenómenos está en que en el primer caso (ectoplasma), el fluido es pesado, denso, apropiado para la producción de formas o de efectos objetivos por condensación; mientras que, en el segundo, es sutilizado, radiante, apropiado para alterar las condiciones vibratorias existentes.
El médium curador además del magnetismo propio goza de la aptitud de captar esos fluidos leves y benignos de las fuentes energéticas de la Naturaleza, irradiándolas, en seguida, sobre el enfermo, revigorizando los órganos, normalizando funciones, destruyendo placas y quistes fluídicos producidos por auto-obsesión o por influencia directa.
Se pone en contacto con esas fuerzas orando y concentrándose, animado por el deseo de ejercer la caridad evangélica y, como la ley del amor es la que preside todos los actos de la vida espiritual superior, se coloca en condiciones de vibrar en consonancia con todas las actividades universales de la Creación; recibe fuerzas de alto poder terapéutico, que, entonces, pasando por él llegan hasta el enfermo quien, a su vez, por la fe o por la esperanza, se colocó en sintonía vibratoria para recibirlas.
Los fluidos radiantes interpenetran el cuerpo físico, alcanzan el campo de la vida celular, bombardean los átomos, les elevan la vibración íntima e inyectan en las células una más intensa vitalidad que, en consecuencia, acelera los cambios (asimilación, eliminación), resultando de todo ello, finalmente, una alteración benéfica que repara lesiones o equilibra funciones. Esto en el cuerpo físico.
Extractado de La Weblog Espírita de Mari.