Como Reacciona el Hombre sin Porvenir
por Allan Kardec.El hombre, a pesar suyo, sondea las profundidades del porvenir, y no puede dejar de verlo eterno; lo compara con la brevedad y fragilidad de la existencia terrestre. Si el porvenir no le ofrece ninguna certidumbre, se atonta, se repliega sobre el presente, y para tornarlo más soportable, de nada se priva; es en vano que su conciencia le habla del bien y del mal, se dice: El bien es lo que me hace feliz. ¿Que motivo tendría, en efecto, de ver el bien en otra parte? ¿Porqué soportar privaciones? Quiere ser feliz, y para ser feliz, quiere gozar; gozar de lo que poseen los otros; quiere oro, mucho oro; le va la vida en ello, porque el oro es el vehículo de todos los gozos materiales; ¡que le importa el bienestar de su semejante! El suyo ante todo; quiere darse satisfacción en el presente, no sabiendo si lo podrá más tarde, en un futuro en el cual no cree; deviene pues en ávido, envidioso, egoísta, y, con todos sus gozos, no es feliz, porque el presente le parece muy corto.
Con la certeza del porvenir, todo cambia para el; el presente es efímero, y lo ve pasar sin lamentarse; es menos ávido de gozos terrestres, porque solo le dan una sensación pasajera, fugitiva, que le dejan un vacío en el corazón; aspira a una felicidad más duradera, y en consecuencia más real; ¿y donde puede hallarla si no es en el porvenir? El Espiritismo, mostrándole, probándole ese porvenir, lo libera del suplicio de la incertidumbre, he ahí porque lo hace más feliz; ahora bien, lo que hace feliz encuentra siempre partidarios.
Extracto de la Revista Espírita 1860, por Allan Kardec.
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