Descubriendo la Mediumnidad
“TENÍA SIETE AÑOS cuando vi un espíritu. En la escuela, la profesora intentaba controlar el grupo y un hombre daba carcajadas a su lado. Afligido preguntaba a sus colegas: ¿Ustedes no están viendo? Nadie lo veía.
Sucedió otras veces, pero con el tiempo dejé de verlos. A los 16, tuve un desmayo y mi brazo izquierdo se puso rígido. Los médicos sospecharon de epilepsia, pero los exámenes acusaron un foco epiléptico que no justificaba los síntomas.
Durante seis meses tuve desmayos, convulsiones y los remedios no surtieron efecto. Perdí el año, dejé de estudiar. Casi no salía de casa. Angustiado, me fui poniendo agresivo. Los médicos indicaron me recluyera en una clínica psiquiátrica. Mis padres sospecharon que se trataba de mediumnidad.
Si no fuesen espíritas, estaría internado como un enfermo mental.
Comencé a ir a las reuniones recomendadas para la mediumnidad más ostensible. Hoy doy pases. Soy médium curativo y parlante. En trance, mis manos se mueven involuntariamente sobre las personas.
Al principio no me gustaba. No quería ser diferente. Siento nostalgia por no haber vivido el auge de mi adolescencia. Pero creo que tengo un compromiso.
“LAS PRIMERAS SEÑALES DE MI MEDIUMNIDAD aparecieron en la infancia y se manifestaron con intensidad después de los 20 años. Mi familia es católica y poco sabía sobre Espiritismo. Comencé a oír sonidos, objetos que caían a mi alrededor, el timbre del apartamento sonaba y no había nadie. Asustado tomaba calmantes y creía que todo era fruto de mi imaginación. Una vez, estaba acostado en mi cama y el colchón comenzó a moverse. Estaba aterrado. Un amigo, me llevó hasta su padre, un espírita. Comencé a ser orientado y los fenómenos dejaron de ocurrir. Hice un curso de Espiritismo. Aprendí a controlar la mediumnidad, a dar pases. Hoy me convertí en un estudioso del asunto"
“COMENCÉ A PSICOGRAFIAR A LOS 11 AÑOS. Sucedió tranquilamente porque mi familia es espírita. Al principio, eran poesías. No eran mías, pues venían instantáneamente y acompañadas de ciertas sensaciones, como escalofríos, calor en las manos o en la cabeza. Es como vestir un pensamiento que no es mío. En mi libro La Educación Según el Espiritismo, publico esos mensajes. Lo más importante es el contenido. Son mis momentos más felices.”
“TENÍA 32 AÑOS CUANDO COMENCÉ A OÍR VOCES, carcajadas y pasos dentro de casa. Quedaba aterrorizada y mis brazos se paralizaban. Los neurólogos sospechaban que sufría epilepsia, pero no conseguían diagnosticar nada. Esa angustia duró cerca de tres años. Comencé a recibir un tratamiento espiritual. Descubrí que poseía mediumnidad psicofónica. Dejo la mente en un estado de quietud y el espíritu habla. Sé todo lo que él dice y, cuando lo creo necesario, interfiero en la comunicación. Un médium equilibrado debe interferir cuando juzga que una información puede perjudicar a alguien.”
Extractado de Anuario de la Federación Espírita Española.