Doctrina Espiritista
El principio inteligente es independiente de la materia; el alma individual preexiste y sobrevive al cuerpo. Uno mismo es el punto de partida de las almas sin excepción; todas son creadas sencillas e ignorantes y están sometidas al progreso indefinido.
No hay criaturas privilegiadas ni más favorecidas unas que otras; los ángeles son seres llegados a la perfección, después de haber pasado, como las otras criaturas, por todos los grados inferiores. Las almas o Espíritus progresan más rápidamente en virtud de su libre albedrío, mediante el trabajo y la buena voluntad. La vida espiritual es la normal; la vida corporal es una fase temporal de la vida del Espíritu, durante la cual reviste momentáneamente una envoltura material de la que se despoja al morir.
El Espíritu progresa en estado corporal y en estado espiritual. El corporal es necesario al Espíritu hasta que ha alcanzado cierto grado de perfección; en él se desarrolla por el trabajo, al que le obligan sus propias necesidades, y adquiere conocimientos prácticos especiales. Siéndole insuficiente una sola existencia corporal para adquirir todas las perfecciones, vuelve a tomar cuerpo tan a menudo como le es necesario, y vuelve cada vez con el progreso alcanzado en las existencias anteriores y en la vida espiritual. Cuando ha adquirido en un mundo todo lo que en él puede adquirirse, lo deja para ir a otros más adelantados moral e intelectualmente, menos y menos materiales, y así sucesivamente hasta la perfección de que es susceptible la criatura.
El estado feliz o desgraciado de los Espíritus es inherente a su estado moral; el castigo es consecuencia de su contumacia en el mal, de suerte que perseverando en él, se castigan por sí mismos, pero nunca les es cerrada la puerta del arrepentimiento y pueden, queriéndolo, entrar nuevamente en el camino del bien y llegar con el tiempo a todos los progresos.
Los niños que mueren en edad temprana pueden estar más o menos adelantados, porque han vivido ya anteriores existencias en las que han podido hacer el bien o cometer malas acciones. La muerte no les libra de las pruebas que han de sufrir, y en tiempo oportuno dan comienzo a una nueva existencia en la tierra o en mundos superiores, según su grado de elevación.
El alma de los cretinos e idiotas es de la misma naturaleza que la de los otros encamados; a menudo es superior su inteligencia, y la insuficiencia de medios en que se hallan para entrar en relación con sus compañeros de existencia les hace sufrir, como a los mudos, el no poder hablar. Los cretinos abusaron de su inteligencia en anteriores existencias, y para expiar el mal que cometieron, han aceptado voluntariamente el verse reducidos a la impotencia, etc.
Extractado de La Weblog Espírita de Mari.