Espiritismo, Marxismo y Psicoanálisis
por Dora IncontriTres modelos teóricos de interpretación de mundo, de visión del ser humano y de acción práctica nacieron en el siglo XIX. Los tres se autodenominaban científicos. Los tres pretendían desvelar aspectos de cierta manera hasta entonces desconocidos o desconsiderados, que mejor explicarían el comportamiento humano, individual y colectivamente.
Y las tres cadenas todavía no están considerados por la ortodoxia científica de la ciencia, según la corriente principal. Pero el marxismo y el psicoanálisis por lo menos tienen espacios amplios en universidades e innumerables investigadores e intelectuales despliegan sus conceptos; el espiritismo, por moverse con paradigmas tal vez más cristalizados, con preconceptos muy arraigados y, sobre todo, por herir intereses muy establecidos (al mismo tiempo del materialismo y de las religiones institucionales, con sus misterios), y también tal vez por haberse popularizado como una la forma de religión - es el que más sufre ostracismo y silenciamiento - a pesar de ser quizás de las tres propuestas, la que colecciona mayor número de evidencias de investigación, que corroboran su modelo explicativo.
Una cosa en común entre las tres vertientes: hay algo que no se ve, de que no se está consciente, sino que influye y hasta determina nuestro modo de estar en el mundo.
Para el marxismo, son las infraestructuras económicas, son los determinismos de la clase social en que nacimos. Entonces, por ejemplo, alguien que nace en la burguesía, está sin percibir embebido de la ideología de esa clase social y actúa, sin pensar, como producto de su clase, reproduciendo las formas de relación de poder.
Para el psicoanálisis, es el inconsciente que impulsa palabras y acciones, sin que nos demos cuenta de nuestras profundas motivaciones. Se establece una arena de conflicto dentro de nosotros, intermediada por el Ego, la parte más consciente de nuestra estructura psíquica.
Para el Espiritismo, lo que está en relación con nuestro yo, son las herencias de nuestras vidas pasadas, con nuestras capacidades ya desarrolladas y nuestros desajustes innatos, y las influencias espirituales que nos rodean, para el bien y para el mal, las afinidades que establecemos.
Extractado del Blog de la Asociación Brasileña de Pedagogía Espírita.