Los Médiums Juzgados
por Allan Kardec«Hace algún tiempo había sido realizada una oferta de 500 dólares (2.500 francos), por intermedio del Boston Courier (Correo de Boston), a toda persona que, en presencia y para satisfacción de un cierto número de profesores de la Universidad de Cambridge, reprodujera algunos de esos fenómenos misteriosos que los espiritualistas dicen comúnmente haber sido producidos por intermedio de agentes llamados médiums.
El desafío fue aceptado pero los ensayos espiritualistas duraron varios días; jamás los médiums habían encontrado una mejor ocasión de poner en evidencia su talento o su inspiración; pero, invocaron en vano a sus divinidades, tal como lo prueba el siguiente pasaje del informe de la comisión:
"La comisión declara que el Dr. Gardner, al no haber logrado presentar a un agente o médium que revelase la palabra confiada a los Espíritus en una habitación vecina; que leyese la palabra inglesa escrita en el interior de un libro o sobre una hoja de papel plegado; que respondiese a una pregunta que sólo las inteligencias superiores pueden saber; que hiciese sonar un piano sin tocarlo o mover una mesa de una pata sin el impulso de las manos; habiéndose mostrado impotente (...)no tiene ningún derecho de exigir al Courrier de Boston la remesa de la suma propuesta de 2.500 francos."
Este ensayo demuestra, una vez más, por parte de nuestros antagonistas, su absoluta ignorancia de los principios sobre los fenómenos espíritas. Existe entre ellos una idea fija que esos fenómenos deben obedecer a su voluntad y producirse con una precisión mecánica. Totalmente olvidan o, mejor dicho, no saben que la causa de esos fenómenos es completamente moral y que las inteligencias que son sus primeros agentes no están al capricho de quien quiera que sea, y menos al de los médiums que al de otras personas.
Los Espíritus obran cuando les agrada y ante quien les agrada; frecuentemente, es cuando menos se lo espera que su manifestación tiene lugar con más energía, y cuando se la solicita no sucede. Los Espíritus tienen maneras de ser que nos son desconocidas. Por lo tanto, es una equivocación juzgarlos desde nuestro punto de vista. Si consideran que es útil revelarse a través de signos particulares, lo harán; pero nunca lo hacen a nuestra voluntad, ni para satisfacer una vana curiosidad.
Una causa que aleja a los Espíritus: es su antipatía por ciertas personas, que con preguntas conocidas, quieren poner a prueba su perspicacia. Esta presunción los irrita alejando siempre a los Espíritus serios. ¿No tenemos todos los días el ejemplo entre nosotros? Hombres superiores, que tienen conciencia de sus valores, ¿se entretendrían respondiendo a todas las preguntas necias que tenderían a someterlos a un examen como a los escolares?
Extracto de "Revista Espírita 1858", por Allan Kardec.
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