18 de agosto de 2019

En esa Inmensidad sin Límites, ¿Dónde está, pues, el Cielo?

El Cielo

En esa Inmensidad sin Límites, ¿Dónde está, pues, el Cielo?

por Allan Kardec.

En esa inmensidad sin límites, ¿dónde está, pues, el cielo? En todas partes; ninguna valla le sirve de límites. Los mundos felices son las últimas estaciones que a él conducen. Las virtudes abren el camino, mientras que los vicios cierran su entrada.

Al lado de este cuadro grandioso que puebla todos los rincones del Universo, que da a todos los componentes de la Creación un objeto y una razón de ser, ¡cuán pequeña y mezquina es la doctrina que circunscribe la Humanidad a un imperceptible punto del espacio, que nos la presenta empezando en un día con el mundo que la sustenta, no abrazando así más que un minuto en la eternidad! ¡Cuán triste, fría y helada es, cuando nos muestra el resto del Universo, antes, durante y después de la Humanidad terrestre sin vida, sin movimiento, como un inmenso desierto sumergido en el silencio! ¡Cuán desconsoladora es, según algunas doctrinas, que tan sólo destina a un pequeño número de elegidos a la contemplación perpetua, mientras que la mayoría de las criaturas quedan condenadas a padecimientos sin fin! ¡Cuán aflictiva es, para los corazones amorosos, por la barrera que interpone entre los muertos y los vivos! Las almas felices, se dice, sólo piensan en su dicha; y las que son desdichadas, en sus sufrimientos. ¿Qué tiene de extraño que el egoísmo domine en la Tierra, cuando nos lo enseñan en el cielo? ¡Cuán pequeña es entonces la idea que se da de la grandeza, del poderío y de la bondad de Dios!

¡Cuán sublime es, por el contrario, la que de ella da el Espiritismo! ¡Cuánto dilata las ideas esta doctrina! ¡Cuánto amplía el pensamiento! Más, ¿quién nos asegura que es la verdadera? Ante todo, la razón, después la revelación, y por fin, su concordancia con el progreso de la ciencia. Entre dos doctrinas de las cuales una amengua y la otra desarrolla los atributos de Dios; de las que una está en desacuerdo y la otra en armonía con el progreso; de las que una queda rezagada y la otra marcha adelante, el buen sentido dice de qué lado está la verdad. Ante estas dos doctrinas, que cada uno, en su fuero interno, consulte sus aspiraciones, y una voz íntima le contestará: Las aspiraciones son la voz de Dios que no puede engañar a los hombres.

Extractos del Libro "El Cielo y el Infierno", por Allan Kardec.


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