Contactos: ¿Con Quién? ¿Cómo? ¿Por Qué? ¿Para Qué?
Contactitis y Contactofobia
Por: Oscar M. García RodríguezAlrededor del tema del “contactismo”, asunto controvertido donde los haya, surgen opiniones contradictorias, actitudes encontradas o tesis extremas… Por un lado están aquellos que sostienen que puesto que el mundo y la humanidad no tienen remedio atendiendo a sus solas fuerzas o, incluso -creen algunos- por la naturaleza intrínsecamente malvada de la mayor parte de los seres humanos, sólo de una intervención “externa” puede esperarse las energías, acciones y directrices que conduzcan a un mundo mejor en el futuro, una suerte de “salvación cósmica”. De ahí que haya quienes busquen desesperadamente el contacto con esas “fuerzas superiores” que suponen les van a sacar “las castañas del fuego”, como se dice popularmente, ya sean tales “fuerzas” extraterrestres, espíritus, entidades extradimensionales, ángeles, intraterrestres, apariciones marianas… Ese destino mejor, claro está, suele estar reservado a un reducido número de “elegidos” -si no fuera así, la cosa no tendría gracia- que tienen que cumplir unos estrictos preceptos sugeridos por las “entidades guías”. Tendríamos así definido el marco donde se concretiza el síndrome que yo denomino “contactitis”.
De otro lado, están aquellos que sostienen que lo que se halla detrás de cualquier experiencia de contacto -cualesquiera que sea su modalidad- y sus revelaciones tiene que ser esencialmente malvado, negativo o destructivo. En esta línea hay un cierto número de investigadores de la escuela que podríamos llamar “Freixediana” -por ser el exjesuita español y escritor Salvador Freixedo, uno de sus máximos exponentes- que manteniendo una actitud “contactofóbica” -aunque también aquí hay gradaciones y matices- nos previenen constantemente contra la supuesta manipulación de fuerzas inteligentes ignotas que se ocultan desde siempre bajo diferentes “disfraces” detrás de los contactos.
¿En verdad seremos tan “inocentes”? La “culpa” de los errores en que han caído algunos contactados, las posiciones ridículas que asumen, las extravagantes opiniones que sustentan, los desarreglos psíquicos, emocionales y físicos que han llegado a padecer… ¿son de la exclusiva responsabilidad de aquellos “guías” con los que afirman estar en contacto?. ¿No acontecerá aquí como en el conocido “timo de la estampita”, en el que la culpabilidad habría que repartirla a partes iguales entre timador y timado?
Tomado del Blog "Grupo Espírita de La Palma"
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