Mi opinión ¿o la del Espiritismo?
Tras algunos años frecuentando foros, videoconferencias, páginas webs, etc., he observado como con más frecuencia de la deseada, muchos contenidos de la red están repletos de dictámenes simplistas, repetidos de unos a otros sin el imprescindible análisis…
Y no es de extrañar, ya sea por falta de estudio o por acogerse al comodismo que se limita a adoptar una opinión prestada con el solo aval de ser la de tal o cual espírita de renombre (como si los espíritas de renombre estuvieran exentos de equivocarse)… Y la verdad es que produce auténtica grima encontrar comentarios “espíritas” trasnochados, cargados de prejuicios, cuando no abiertamente mojigatos, más afines a un credo evangelista que a la filosofía universal del Espiritismo.
¿No tendriamos que expresarnos de manera diferente, con menos énfasis y más discreción (y sobre todo más comprensión)? Resulta incuestionable que, a esta altura de milenio, no solo el contenido sino también la forma de cierto lenguaje estereotipado, debe ser modificado en interés del mensaje del Consolador. La otra opción es pensar que las cosas están bien como están… aunque las personas que buscan espiritualidad genuina y no sectaria rehusarán (como es lógico) la compañía ideológica de los que escriben o hablan saturados de aleccionamiento moralista.
Hablar de temas personales o de relacionamiento íntimo, sentando cátedra, con condescendencia, como repitiendo una lección aprendida, es más que frecuente… aunque nada tenga que ver con el Espiritismo.
El cometido del espírita juicioso debería estar en el punto opuesto al sermón o al pedantismo espiritualoide, y sin embargo, (seamos honestos e imparciales) es lo que se capta con harta facilidad en foros y publicaciones digitales o impresas. Esto debe de cambiar…
El que se respeten las bases ideológicas (sin lo cual careceríamos de coherencia doctrinaria) no significa que tengamos que hablar como si nos hubiésemos aprendido una lección de memoria y no podamos salirnos del guión implícito que sigue la mayoría federada (es decir: de la opinión personal de dos o tres líderes).
No demos por hechas las cosas; el ideal es eterno y puro, pero las personas se equivocan… por mucho que mantengan un rol de liderazgo y/o nos caigan bien.
Una cosa cabal que parece que a veces olvidamos, es que el mensaje espírita debe prevalecer más que los personalimos caprichosos, las interpretaciones de tal o cual grupo, o las de este o aquel conferenciante.
El discípulo de Kardec y de los Espíritus que inspiraron el mensaje regenerador no es el que se limita a reproducir lo que ha oido de otros, sino el que argumenta sin aleccionar, dialoga desapasionadamente y escucha sin juicios.
Tenemos mucho que aprender y recolocar… pero mucho más dentro que fuera de nosotros.
Extractado del Blog Zona Espírita.