Desarrollo científico del Espiritismo
En la historia, hubo una gran separación entre lo que era el materialismo y la religión. Todo lo que no puede demostrarse por el método científico es considerado místico o fantasioso, saliendo Dios del contexto de la ciencia.
La justificación que ha venido utilizándose es que la religión hacía que el hombre estuviera sometido. En los siglos XVIII y XIX el materialismo se hizo muy presente, todo debía de ser comprobado físicamente, matemáticamente, filosóficamente, sino perdía su valor. Y el espiritismo nace en la cuna de la ciencia.
Allan Kardec, aun escéptico con los fenómenos de las mesas giratorias, después de ser invitado a uno de los salones más representativos de la alta sociedad parisiense, observa cuidadosamente y empieza a buscar la razón por la cual, tales fenómenos ocurrieran. A partir de ahí, empezaron las investigaciones, dando lugar a la hoy conocida como doctrina de los espíritus, donde, por primera vez, el propio fenómeno da respuesta y explica su verdadero origen. Algo no solo innovador sino también único. La doctrina espirita se fundamenta en tres aspectos principales: filosófico, científico y religioso (en España este último se entiende más como Moral o de consecuencias morales).
Isis Sinotti da un ejemplo muy esclarecedor sobre este tema en la “Serie psicológica Joanna de Angelis”, refiriéndose al pensamiento científico. Comenta que, asistiendo a un documental, ve a un científico que, levanta un cono y pone a un ratón dentro del cono, Seguidamente, introduce a un gato suelto dentro de este ambiente, y comenta que él sabe que el ratón está dentro del cono y el gato irá en su búsqueda. ¡Y eso hizo el gato! A partir del momento en que el gato entra en el cono, nadie más podría ver lo que lo que habría de suceder en el interior, pero es fácil que podamos deducir lo que sucedió: lo más probable es que el gato cazara al ratón. El científico concluye que eso es ciencia, todo el proceso de investigación en sí. Si nosotros nos dedicásemos ahora a empezar a indagar todas las posibilidades al respecto de si el gato persiguió al ratón, o la inversa; este sería el aspecto filosófico del experimento. Y la religión se halla justamente donde nuestra razón o nuestra objetividad no encuentra respuestas. Porque la religión iría más allá de lo que la razón puede explicar.
El aspecto moral tiene que transcender el Ser.
Extractado de la Revista Espirita FEE.