El éxito de la espiritualidad superior
por Nubor Orlando FacureLa Espiritualidad Superior introdujo los cambios necesarios para el éxito del proyecto humano realizando intervenciones en los dos planos de la vida.
Nuestros talentos o aptitudes para el bien o para el mal son fruto de nuestro propio mérito. La perseverancia perfecciona el artista, el estudio construye el genio, la serenidad modela el santo, persistir en el vicio estaciona, perjudicar al prójimo esclaviza a la falta cometida, huir de la lección aplaza la enmienda.
Tanto la apariencia que cada uno presenta, como el ambiente que en la vida nos localiza, son situaciones momentáneas, adecuadas a nuestras necesidades. Un labrador que se agota en la tierra puede estar viviendo la lección de la simplicidad y de la paciencia. Un político público puede estar experimentando el compromiso del poder. Un líder religioso puede estar aprendiendo la perseverancia y la fe. La familia que nos acompaña, con dedicación o con dificultades y exigencias, representan créditos o protección, cuentas a pagar o correcciones a aceptar en nosotros mismos.
Somos expresiones parciales de las múltiples vivencias que ya experimentamos en diferentes existencias. Talentos y deficiencias están frecuentemente inmersos en la ley de olvido transitorio que nos protege.
En la reencarnación, la misericordia divina nos favorece la bendición de recomienzo ignorando un pasado de culpas.
Para la Doctrina Espírita, no cabe cualquier idea de superioridad de raza, de género, de profesión o de prestigio social. Lo que nos vale es el bien que hagamos al prójimo y la transformación para mejor que hayamos hecho.
Cada niño acumula la suma de las personalidades que desenvolvió en el transcurso de milenios y la inocencia de los primeros años es oportunidad de cambiar comportamientos, transformar sentimientos y adquirir nuevos valores.
Padres y hermanos, profesión y matrimonio, fortunas y privilegios son préstamos transitorios que exigirán prestación de cuentas. “La vida nos dará lo que buscamos y nos cobrará lo que recibimos”.
“La genética señala, pero no realiza lo que sea de nuestro compromiso”. En verdad, “somos herederos de nosotros mismos”, es nuestro pasado el que nos representa en el palco de la vida.
La Ciencia oficial todavía no se dio cuenta de la “dimensión espiritual” y de cuanto ella influye en nuestras vidas.
Extractado del Blog Córdoba Espírita.