29 de marzo de 2019

Educación para la muerte

Educación para la muerte

por Marina Silva

Todos sabemos que nacemos y que, si bien es posible crecer y envejecer, la muerte será inevitable. Convivimos, a diario, con la idea de la muerte, a través de los medios de comunicación, a raíz del fallecimiento de personas conocidas o de familiares... Sin embargo, tales sucesos nos sorprenden como si no formaran parte de la naturaleza, como si ese no fuera el destino que nos espera a todos; de tal modo, nos rehusamos a tratar el tema con la profundidad necesaria, en un intento -incluso infantil- de ignorarlo o alejarlo de nuestra realidad existencial.

REFLEXIONES FILOSÓFICAS SOBRE LA MUERTE

Sócrates enseñaba que filosofar es aprender a morir. En su Apología, Platón describe de qué modo su maestro estimulaba a los ciudadanos de Atenas a que se ocuparan de la perfección del alma, y a valorarla más que al cuerpo. Para él, la muerte era algo tan natural como la vida; la superación de la angustia y del miedo a la muerte liberaría al hombre.

La filosofía griega reconocía la susceptibilidad del ser humano para con la muerte, y Sócrates relacionaba la misión educativa con el cuidado del alma, a través del conocimiento de la verdad. Platón defendía la idea de que el alma seguía existiendo tras la muerte del cuerpo. El cuerpo era la cárcel del alma, de modo que morir no era otra cosa más que alcanzar la libertad.

En la Edad Media, la muerte era un ritual de pasaje desde las cosas transitorias hacia las eternas. El moribundo la esperaba en su casa, acostado y mirando hacia arriba, donde estaba el Cielo. Era una gran ceremonia pública en la que las mujeres lloraban, se arrancaban los pelos y se rasgaban las vestimentas; la preocupación principal no era la muerte, sino la salvación del alma. En esa época, la idea griega de la muerte como liberación dio lugar al terror de la condena del alma en el Infierno, y es posible que los escenarios infernales pintados por los artistas medievales hayan estimulado a muchos hombres al materialismo del período posterior. Así pues, esta concepción teológica medieval, junto con la negación materialista -incentivada en la Edad Moderna-, son las principales formadoras de los conceptos occidentales acerca de la muerte, los cuales han sido heredados por la Edad Contemporánea: por un lado, los creyentes en la salvación o la condena eternas; por el otro, aquellos que creen que la muerte es el fin.

Extractado de la Revista La Idea  - Centro Espírita Argentino.