8 de marzo de 2019

El Espiritismo, es la pura emanación del evangelio

El Espiritismo, es la pura emanación del evangelio

por Allan Kardec.

Cuando una idea se levanta, cuando un pensamiento sublime cruza por la imaginación del elemento joven, del progreso, con el fin de proporcionar a la sociedad los ventajosos resultados, entonces aparecen como fantasmas las rancias ideas del oscurantismo, sostenidas por la mala fe de otros, y la ignorancia de los más; y entonces es cuando se verifica esa lucha.
Sócrates, Newton, Arístides. Platón, Franklin. Colón, Bohernave y más que pudiéramos citar, son ilustres mártires de sus elevados pensamientos, que la sociedad ingrata solo escuchó para ridiculizar. Esta estúpida y sistemática oposición, se presenta a todos los adelantos que proclaman en alta voz la perfección de que es susceptible la humanidad. No debemos extrañar la inicua guerra que se está haciendo hoy al Espiritismo, estando esta doctrina basada en la verdadera caridad y justicia, resumiendo en sí la política más liberal, la religión más verdadera y la moral más sublime de las hasta aquí conocidas.

No negaremos que la Iglesia, en su día, en su época, hiciera un beneficio a la humanidad, dadas las circunstancias en que ésta se encontraba al tiempo de proclamarse aquella, pero en la actualidad no puede de ningún modo responder a las aspiraciones del hombre, si para ello atendemos a la cultura y grado de civilización en que hoy se encuentra. La Religión empieza con el hombre, progresa con él mismo y termina en Dios. De aquí se deduce, que la humanidad, no satisfecha con lo que le prometía la Iglesia católica, buscaba un más allá de que no se daba cuenta, buscaba otra vida y otro mundo, pero sin materia. Y este más allá y otra vida, es la que le presenta el Espiritismo, cuya síntesis vamos a exponer aunque ligeramente.

El Espiritismo, es la pura emanación del Evangelio, separado de las falsas interpretaciones hechas por algunos hombres en beneficio de sus creencias particulares. En él todo es amor, todo verdad, todo virtud: se funda en la revelación, en la razón natural y en la ciencia. Cree en un Dios eterno, autor de cuanto existe, omnipotente, poderoso, sabio, inmutable, verdadero, todo amor, bien, misericordia, bondad y justicia. Cree también en Jesucristo como enviado de la Suprema causa en este mundo para enseñarnos el bien, e inmolar en sacrificio su santa vida por amor a la humanidad. Cree en el alma o espíritu, como ser verdadero, inmaterial, libre, inteligente y eterno. Cree en un premio y un castigo moral, no material como la Iglesia le pinta. Cree en la pluralidad de existencias y mundos habitados, como sitios que Dios tiene destinados para nuestra perfección. Su doctrina no excluye a nadie del premio eterno, todos, absolutamente todos, más o menos pronto, según sus acciones, llegarán a gozar de las delicias que Dios nos reserva y que solo Él puede comprender. Nuestro templo, es el universo; nuestros sacerdotes, todos los hombres virtuosos que enseñen el bien; nuestro pontífice, Jesucristo; nuestro culto, es la exclusiva adoración a Dios en espíritu y verdad, no en materia y en mentira.

Revista La Revelación Año 1872, por Allan Kardec.