26 de abril de 2019

Cada Alma Humana es una Proyección del Gran Foco Eterno

Cada Alma Humana es una Proyección del Gran Foco Eterno

Extracto del Prólogo

La evolución material, la destrucción de los organismos y la transformación de la materia, sólo es temporal. Las realidades eternas residen en el Espíritu, sólo él sobrevive a todos los conflictos. Sale grado a grado, desde el principio de la vida para transformarse en genio superior, y esto por sus propios méritos y esfuerzos.

Conquista su porvenir de hora en hora, se desprende cada día más del juego de las pasiones, se libera de las sugestiones, del egoísmo, de la pereza, y del abatimiento, se redime poco a poco de las debilidades, y de su ignorancia, enseñando y ayudando a sus semejantes, a seguir el camino que les llevará hacia su redención espiritual. Este es el papel designado a cada Espíritu, a lo largo de un trayecto de milenarias existencias.

En todos nosotros hay una parte de sombras y otra de luz. Somos la carne con todas sus debilidades y el Espíritu con sus riquezas latentes y sus radiosas esperanzas. Cada alma humana es una proyección del gran foco eterno; pero hemos acumulado a lo largo de nuestras existencias los instintos de la bestia, más o menos reprimidos por el largo trabajo y las duras pruebas que hemos pasado, pero también tenemos la crisálida del ángel, del ser radiante y puro que podemos llegar a ser por medio de la transformación moral, las aspiraciones del corazón y el sacrificio constante del Yo.

Extractado de "Hechos y Obras de una Vida", José Aniorte Alcaraz.