La verdad de nuestra supervivencia
Por José Almeida SoaresEs de conocimiento general, con la excepción de algunos materialistas obstinados, que el alma sobrevive a la muerte física, creencia que es no sólo universal, sino también tan antigua como el hombre. El gran misterio, que la Ciencia Espírita vino a elucidar, estaba en saber lo que sucedía al Espíritu y cuál era su destino después de la desencarnación.
Una vez admitida la supervivencia del alma, aunque en otra dimensión, en forma etérea, se pregunta: ¿puede ella entrar en contacto con los seres vivos?
¿Reconocerá a las personas que le han sido queridas durante la vida terrestre? Es natural que las preguntas continúen. El hecho, sin embargo, que no se debe olvidar y que la razón impone, es que la individualidad de la persona no muere con el cuerpo físico. Es como una fruta, una manga, por ejemplo, de que se quita la cáscara, pe
ro, aún así, sigue siendo mango, sin perder su sabor. Nuestro cuerpo que muere es sólo la cáscara que se inutiliza, se pierde el envoltorio que reviste el ser real, pero éste permanece intacto.
La verdad de nuestra supervivencia es que la vida continúa con sus características individuales, aunque en forma etérea, invisible e intangible, pudiéndose incluso decir que el alma de algún ser querido en este momento, a nuestro lado, ayudándonos en las cosas dificultades, protegiéndonos contra los peligros, velando por nosotros.
De acuerdo con la lógica, si la muerte fuera el fin de todo, ¿por qué Dios, en su suprema inteligencia, habría permitido la existencia del ser humano, con un organismo tan complejo y maravilloso? ¿Será para hacer de él un simple juguete que, después de quebrado, se juega fuera? Esto sería contrario a la sabiduría divina. El Espiritismo aclara este misterio. Él nos da una noción más clara y amplia del ser humano, de su existencia allá y más allá de la muerte corporal, del Espíritu que lo anima y de su destino. Se puede decir que el Espiritismo desveló el secreto de la tumba: él venció el silencio de la muerte.
Por lo tanto, podemos concluir que lo que llamamos muerte es sólo un hecho natural, pero que se vuelve inconsolable para los que no quieren ver, incluso a la luz de la razón, lo que está más allá de la materia densa y grosera que forma nuestro mundo visible . Para estos, es difícil comprender el mundo de los Espíritus, donde la vida individual continúa. Sobre el asunto, Kardec explica: "Se dice muchas veces al hablar de la vida futura que no se sabe lo que en ella sucede, pues nadie de allí vuelve. Es un error. Son precisamente aquellos que allí se encuentran que vienen a instruir, y Dios lo permite hoy más que en ninguna otra época, como última advertencia a la incredulidad y al materialismo.
Extractado del Blog O Blog dos Espíritas.
MI COMENTARIO
"¿por qué Dios, en su suprema inteligencia, habría permitido la existencia del ser humano, con un organismo tan complejo y maravilloso?"
Sin dudas esta pregunta resume el razonamiento que nos lleva a creer que si consideramos a Dios como Algo Perfecto, no tendría sentido crear o dar condiciones para que se cree una existencia humana tan inteligente y que todo terminara con la muerte del cuerpo.
Gracias a la mediumnidad y a todos aquellos que investigaron el tema del espíritu, como el codificador Allan Kardec, hoy tenemos la certeza que la vida continúa mas allá de la desencarnación.