Reencarnación: Las Vías de la Existencia
Mucho mejor marcharía la humanidad si de entre los que la construimos, floreciese la idea de que todo es temporal y de que, el arduo y a menudo azaroso, viaje de la vida, no se limita al brevísimo e insuficiente “lapsus” de una sola existencia.
La ley de los renacimientos (tan reconocida en las escuelas de Oriente desde hace más de tres mil años) nos impulsa perennemente, ya sea como espíritus liberados de la materia (“muertos”) o embutidos en el ropaje celular transitorio (“vivos”). La experiencia vital es eterna, y todo hombre – con su carga particular de errores y virtudes, inteligencia e ignorancia – es un viajero del infinito en esencia; y , de igual modo, alumno de la eternidad. Vamos así progresando (mediante el amor o el dolor) y tomando múltiples experiencias, enriqueciéndonos con los tesoros del saber y las joyas del sentir, con el timón del libre albedrío impulsados, fluctuando incesantemente por las escuelas del tiempo.
El error (inocente, quizás) de pensar que se vive una sola vez, no sólo desalienta y limita, sino que hace actuar al groso de la Humanidad de una manera ansiosa y desacervada, neurótica, individualista, en su vano esfuerzo de vivir y experimentar la felicidad dorada en algo insuficiente y torpe anhelo de una sola jornada, cuando tantas nos quedan al frente (y tantas quedaron atrás).
En todo ser, sin embargo, hay un espacio profundo no frecuentado, una porción de si mismo que pertenece al Infinito…Basta una breve exploración interior (y desprovista de prejuicios), para darnos cuenta de ellos, para sentirla repleta de “ecos” del pasado; y, seguidamente, comprender que nuestro ser actual, no es más que la suma de muchas y peregrinas experiencias por los territorios de la cultura, los valores y los afectos que sembramos y cosechamos en los jardines, pueblos y ciudades de cada vida.
Extractado del Sitio Federación Espírita Española.