El Héroe de la Soyuz 1, entre el Mito y la Realidad
El 24 de abril de 1967, el cosmonauta ruso Vladimir Komarov se convertía en la primera víctima mortal de un vuelo espacial, tres meses después de que los tres tripulantes del Apolo 1 dejaran sus vidas en la plataforma de lanzamiento a causa de un incendio durante una prueba. Como la de los tres astronautas estadounidenses, la historia del piloto de la Soyuz 1 es la de los pioneros caídos en la búsqueda de nuevos horizontes. Pero como ocurre a menudo en estos casos, los hechos se han adornado con leyendas que tratan de magnificar aún más el heroísmo trágico del suceso.
Estos son los hechos. El 23 de abril de 1967, Komarov despegaba hacia la órbita terrestre a bordo de la primera nave Soyuz tripulada. En pleno fragor de la carrera espacial, la Unión Soviética había perdido comba frente a su rival norteamericano. A pesar del triunfo inicial que supuso el vuelo orbital de Yuri Gagarin en 1961, desde 1965 la URSS no había enviado un hombre al espacio, mientras que la NASA había completado con éxito numerosas misiones tripuladas. Era el momento de recuperar el terreno perdido, y las autoridades soviéticas querían un golpe de efecto que sirviera para conmemorar el 50º aniversario de la Revolución Bolchevique y la festividad del primero de mayo.
URGENCIA POR VENCER AL ADVERSARIO
Así, la presión política fue un factor decisivo que apresuró la preparación de la misión, según Asif Siddiqi, historiador de la Universidad de Fordham (EEUU) especializado en la carrera espacial rusa. Sin embargo, incluso en aquellos momentos en que la urgencia de vencer al adversario primaba sobre la seguridad, enviar la Soyuz al espacio con un piloto a bordo era una apuesta sumamente arriesgada: los tres vuelos de prueba sin tripulación habían fracasado, y algunos de los técnicos responsables habían señalado al menos 101 anomalías en distintos sistemas de la nave. Con todo, el optimismo se impuso a la prudencia; y Komarov, un piloto con amplia experiencia y con un vuelo espacial a sus espaldas, era el hombre adecuado para conquistar aquel hito del poderío tecnológico soviético.
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