25 de diciembre de 2019

MANUEL GONZÁLEZ SORIANO


MANUEL GONZÁLEZ SORIANO



Manuel González Soriano nació el 28 de Abril de 1835 en la ciudad de Cartagena, Murcia. Su padre murió cuando él solo tenía 3 años, quedando en una precaria situación y bajo el amparo de su madre.
Con 14 años, se fue a Murcia a estudiar  y al mismo tiempo trabajar como ayudante en una botica. Con 20 años decidió irse a Madrid para ampliar sus estudios y terminar la carrera de Telégrafos. Con 21 años recibió el título de telegrafista de 3º, donde le destinaron en 1857 a Andújar, Jaén.
Allí conoció a la que fue su esposa, Trinidad González,  con la que contrajo matrimonio el 3 de junio de 1860. Residió allí, hasta que en 1869 tuvo que trasladarse a Ciudad Real, ya que por sus creencias espíritas, que conoció en el año anterior, y que defendía con muchos esfuerzos, fuera víctima de la clase clerical. En Ciudad Real estuvo siete años, siendo escarnio de todos, hasta el punto de negarle hospedaje. Defendía sus ideas contra viento y marea, retando a discutir a todo el que se oponía a sus profundas convicciones. En 1876 por su propia voluntad pidió el traslado a Manzanares, donde vivió algo más de un año, pero siendo también despreciado y asilado, hasta que consiguió volver a Andújar, donde estuvo 8 meses y después de que le ascendieran a Jefe de Estación, lo trasladaron a Jaén donde estuvo 4 años. En ese tiempo, por diversas controversias públicas que tuvo con el Sr. Francisco Suárez, secretario del obispo de la diócesis, tramaron varias intrigas para expulsarlo, pero no  lo consiguieron por sus condiciones de ciudadano reconocidas por el gobernador de la provincia. En 1882 se fue a Motril, Granada, donde estuvo 16 meses, pero por petición propia volvió a Andújar, donde a los 10 meses, volvió a ser víctima de intrigas teocráticas y aristócratas, se trasladó a Málaga, pero no llegó a incorporarse, ya que el director le trasladó a Linares, Jaén, donde permaneció 16 meses. En este tiempo aprovechó sus desvelos para dar luz a sus obras espíritas “Controversias”, “El Espiritismo es Filosofía” y “Diálogos”, pero contribuyeron a acelerar su desencarno. Estando enfermo, creyó que su estado se debía al clima y solicitó ir a Vilches, donde estuvo 3 meses, pero por disposición facultativa regresó a Andújar, desencarnando el 2 de Noviembre de 1885.

Vivió como un héroe a pesar de todos los enemigos que tuvo, siempre se defendió con muchísimos esfuerzos y murió rodeado de un pequeño grupo de hermanos que tenían sus mismas creencias, con la tranquilidad y la paz del que está satisfecho de la misión que cumplió. Su norma era la caridad, nunca abandonó sus obligaciones, entre ellas las familiares; murió pobre de bienes materiales pero muy rico en virtudes. Heredó el título de su padre, Marqués de Monte, pero que nunca uso por sus ideas  democráticas.

Tomado del Sitio "Federación Espírita Española"

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