Mediumnidad y Obsesión
Obra mediumnimica 1/2
por Espíritu Odilon Fernández / Médium Carlos A. Bacelli“Como no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, cuando se reconoce la inutilidad de toda intención para abrir los ojos de los fascinados, lo mejor que se puede hacer es dejarlo con sus ilusiones. No se puede curar a un enfermo que se obstina en conservar su mal y en él se complace. (Segunda Parte, cap. XXIII, ítem 250)
¡De hecho, muy difícil, casi imposible es la tarea de curar al enfermo que no se deja curar!
Cuando el médium obsesado se muestra impermeable a las orientaciones que le son transmitidas, buscando su equilibrio, infelizmente no existe otra providencia que no sea la de dejarlo entregado a las consecuencias de su insensatez.
¿Qué puede hacer el padre por el hijo que no le acata los consejos? ¿Qué puede el profesor junto al alumno que se rebela delante de la lección?…
¡Cuando el médium, bajo el imperio de la obsesión, rechaza las ponderaciones que intentan liberarlo del yugo opresor, es indispensable que él sorba, solo, hasta la última gota, hasta desbordarse el vaso de su amargura!
Evocamos en este capítulo la Parábola del Hijo pródigo, contada por Jesús… Aquel padre no resto alternativa a no ser la de que el hijo viviese la propia experiencia, aprendiendo, a través del dolor, lo que no quiso aprender con quien ya había caminado por equivocados caminos.
Es siempre así: de manera general, las personas, imaginando que el propósito es negarles la oportunidad de disfrutar los placeres de la vida, no creen en la sinceridad de los que ya tuvieron innumerables decepciones y se entregan a pesar de todas las advertencias, a la siembra invigilante de cuanto habrán, en tiempo breve, de coger con sus propias manos.
¡De hecho, nada más frustrante que intentar abrir los ojos a quien prefiere permanecer sumergido en las tinieblas!
Notemos que la Pedagogía Divina no violenta conciencia alguna. Dios no obliga a que los incrédulos en él crean, esperándoles, paciente, el despertar de la fe.
Cuando la obsesión alcanza límites extremos, hay como una reacción inversa que, naturalmente, conduce al obsesado a la vuelta al equilibrio.
Evidentemente, debemos hacer todos los esfuerzos para auxiliar a los que se sumergen en el desequilibrio, aun, si no lográramos éxito, no debemos pensar que estén ellos irremediablemente perdidos.
Tomado del Blog "La Weblog Espírita de Mari"
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