25 de febrero de 2019

Vida y valores


Vida y valores

por Raúl Teixeira

Acostumbra ser momentos de mucho dolor, de mucha tristeza de aquellos cuando tenemos que velar los cuerpos de nuestros seres queridos. Y muy común que, esas ocasiones, perdemos el tino relativamente al que decir, o al que hablar.

La criatura hace su gran viaje y estamos delante del cuerpo que no le servirá más. Casi siempre las personas lloran sobre el cuerpo, como si el cuerpo fuese su ente querido.

En lenguaje cotidiano, en lenguaje coloquial aun encontramos las personas que dicen: La sepultura de mi madre, la urna de mi padre, de mi hijo, de mi amigo. Verificamos con eso que, de hecho, aun se alimenta la idea de que nuestro ser querido es aquel cuerpo; que sea aquel resto mortal debajo de la lapida o sobre la mesa mortuoria. No es así.

Para mucha gente, los velatorios son ocasiones para encontrar amigos. Aquellos amigos que la gente no encuentra nunca, no ve más. Todos nos encontramos en los velorios. Para otros, es ocasión de ver la familia porque ven gente de todo lugar, de lugares lejanos, para prestar el último homenaje al ser querido traspasado. Pero, para muchos otros, aquel es un local de desdicha, de sufrimientos atroces, de amarguras mortales. Hay individuos que ruegan, en aquel momento de desespero, a su fallecido, que los lleven junto a él, que ellos no van a soportar el dolor de la nostalgia y casi nunca, esas personas se dan cuenta de que el muerto no está muerto.

Estamos dando culto al cuerpo que, un día, se utilizo. Sin embargo, nuestro ser querido está vivo, de pie, muchas veces acompañando todo el proceso del velorio y por causa de eso, oyendo y viendo lo que hablamos, lo que hacemos, registrando en si el psiquismo del ambiente, aquellas criaturas que corretean, que ríen que cuentan chistes, muchas de ellas sin conocimiento del momento, aquellas personas que hablan mal del fallecido registrando ondas de sufrimiento y de desolación de muchos familiares, de muchos amigos. Hay que tener mayor cautela, un poco mas de cuidado fraterno cuando se está participando de un velorio porque el muerto no está muerto sigue vivo.

Es muy común que los seres espirituales desprendidos del cuerpo registran el ambiente y sufran con el sufrimiento de las personas que se rebelan, se enfrentan contra aquellos que están usando aquel ambiente, aquel espacio, aquellos momentos para contar sus chismes, hacer sus burlas o cosas indebidas, en un momento como ese.

Extractado del Blog Luz Espiritual.