Hacia el año 140 d. C., Ptolomeo, uno de los hombres más ilustrados de la escuela de Alejandría, combinó ideas propias con creencias populares y con algunos de los más recientes descubrimientos astronómicos, componiendo un sistema que podemos llamar mixto, el cual lleva su nombre y fue, durante cerca de quince siglos, el único aceptado por el mundo civilizado. Según el sistema de Ptolomeo, la Tierra es una esfera en el centro del Universo compuesta por cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego
En los albores del siglo XVI, Copérnico, célebre astrónomo nacido en Thorn (Prusia) en 1472 y muerto en 1543, retomó las ideas de Pitágoras y publicó un sistema confirmado por las observaciones. Éste fue recibido favorablemente y no tardó en desplazar al sistema Ptolomeo. Según el sistema de Copérnico el Sol se encuentra en el centro y los planetas describen órbitas circulares alrededor de él, mientras que la Luna es un satélite de la Tierra. Un siglo más tarde, en 1609, Galileo, natural de Florencia, inventó el telescopio y en 1610 descubrió los cuatro satélites de Júpiter y calculó sus revoluciones. Descubrió que los planetas no tienen luz propia como las estrellas y que el Sol ilumina a aquéllos, como también que son esferas similares a la Tierra. Observó sus fases y determinó la duración de rotación sobre sus ejes, y, mediante pruebas materiales, ratificó definitivamente el sistema de Copérnico.
A partir de Copérnico y Galileo las viejas cosmogonías desaparecieron para siempre, mientras la Astronomía fue avanzando sin interrupción en ningún momento. La historia nos relata la lucha que debieron mantener los hombres de genio contra los prejuicios y el espíritu sectario, interesado en prolongar errores que servían de base a ciertas creencias que se suponían cimentadas sobre dogmas inquebrantables. Bastó que se inventase un instrumento de óptica para que el andamiaje levantado a través de miles de años se derrumbase.
El camino ya estaba despejado, muchos ilustres sabios marcharían luego por él para completar la obra bosquejada. Kepler, en Alemania, descubre las célebres leyes que llevan su nombre, y ayudado por éstas observa que los planetas no describen órbitas circulares sino elipses alrededor del Sol; Newton, en Inglaterra, descubre la ley de gravitación universal; Laplace, en Francia, crea la mecánica celeste. La Astronomía deja de ser un sistema basado en conjeturas y probabilidades y se convierte en una ciencia que se apoya en el cálculo y la Geometría. Y así fue como, alrededor de 3.300 años después de Moisés, se plantó uno de los mojones fundamentales para el estudio del génesis.
Conceptos Extractados de "El Génesis", por Allan Kardec.