25 de febrero de 2019

La vida y la muerte


La vida y la muerte


¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte?
Muchas definiciones se han dado, varias son las que se pueden dar y muchísimas las interpretaciones que de ellas se pueden hacer; sin embargo, preciso nos es el explanar una pobre definición, para seguir el curso de nuestro escrito.

Vida, es aquel período mediante el cual, el cuerpo está animado por el fluido vital y contiene en sí al espíritu, el que obra sin cesar sobre la materia, dirigiendo sus acciones.
Muerte, es aquel estado en que ya nuestros órganos materiales no pueden desempeñar sus funciones por haberlos abandonado el fluido vital, a cuyo abandono sigue el del espíritu.

¿Para qué la vida?
Si no puedo alimentar mi cuerpo dice el que fatigado por el trabajo se dirige con vacilante paso hacia el hogar doméstico

¿para qué la vida?
Y una voz incesantemente les grita, maldita sea la vida, ¡maldita! y un eco repite en lontananza, bendita sea mil veces, ¡bendito!

¿Para qué la muerte? dicen muchos hombres, que los apetitos materiales son su norte.
¿Para qué la muerte? exclaman los hombres que cifrando su bienestar en este mundo no reconocen un ser infinito, un lugar de bienestar eterno, un más allá de este mundo material.

¿A qué se deben estos extravíos de la inteligencia? ¿quién hace blasfemar a estos hombres contra las inmutables leyes del Creador?
Si supiesen que el Espíritu encarnado se purifica y purga sus faltas para un día gozar de las delicias infinitas, no maldecirían la vida, como no maldecirían la muerte si supiesen que nuestro Espíritu al abandonar la materia, da un paso más hacia nuestro Dios y Padre. No se puede dudar que si el hombre prestase atención a reflexiones razonadas, si no ignorase que al encarnar tiene una misión que cumplir o una prueba que pasar, si supiese que en el trascurso de su vida había de realizar su misión con fidelidad o sufrir su prueba con resignación, en ninguno de los dos casos le faltaría fuerza moral: no aborrecería, no maldeciría.

Extractado de la Revista La Revelación Año 1872 de Allan Kardec.