Concepto actual de la muerte
por Herculano Pires.El polvo de momia desapareció en su propio desprestigio. Su ineficacia curativa correspondía a la ineficacia de las momias para eternizar los cuerpos perecederos. La Cultura del Renacimiento floreció y se desenvolvió en la Tierra. En vano la Iglesia condenó las pesquisas, las combatió, las maldijo.
Galileo tuvo que defenderse frente a los tribunales de la Inquisición, Giordano Bruno fuequemado en hoguera criminal y herética por sustentar que la Tierra giraba en torno del Sol. Descartes, el filósofo espadachín quien no se tragó la falsa paciencia de los sacerdotes del Colegio de La Fleche, tuvo que huir hacia Suecia y, en un golpe de esgrima, recolocar el problema copérnico del heliocentrismo: “La Tierra está fija en su atmósfera – escribió – que gira en torno del Sol”. Los paquidermos de la Ciencia Divina no percibieron el golpe.
La familia de Espinosa tuvo que huir de Portugal hacia Holanda. Su madre lo llevaba en el vientre y Portugal perdió la única oportunidad de tener un filósofo de verdad. Espinosa nació en Holanda y aplastó con su Ética la pobreza mental de los clérigos. Francis Bacon sufrió persecuciones mas no cedió. Nace el movimiento de la resistencia lógica en todo el mundo y la Ciencia humana archivó en la Tierra la supuesta e infusa Ciencia Divina. Gritaron los retrógrados que el ateísmo dominaba al mundo. Mas los resistentes no cedían y ganaban todas las batallas en las emboscadas de la inteligencia. Expulsado de la Sinagoga, guardia esclerosada de la Biblia judaica, Espinosa traza los lineamientos de la matemática filosófica, pulverizando en sus dedos la calumnia del ateísmo para la nueva cultura. Hizo del concepto de Dios el fundamento del pensamiento. Estructuró el panteísmo en términos aplastantes. Lo llamaron “el ebrio de Dios”.
Kant corrió para socorrer a Rousseau con su crítica de la razón. Voltaire hería con la sonrisa de su ironía mortal la fiera acorralada del Vaticano y la llamaba corajudamente: “L’infeme”. Con un pie en la fosa y otro en tierra firme, como decía de si mismo, manejaba con pericia sus armas terribles. No temía morir, pues ya se consideraba, por su salud periclitante, un semimuerto. Nada se podía hacer contra él, sino soportarlo. El Siglo XVIII consolidara el prestigio de la Ciencia. Los clérigos, vencidos en todos los sectores, luchaban para restablecer el prestigio divino que ellos mismos habían destruido. El Evolucionismo de Spencer se oponía brillantemente a la concepción estática del mundo. Darwin investigaba el problema de los orígenes del hombre en términos puramente materiales, mas Wallace dosificaba su materialismo con la verdad espiritual.
Conceptos Extractados de "Educación para la Muerte", por Herculano Pires.