El Pensamiento del Sanador Actúa Sobre los Fluidos Espirituales
por Juan Miguel Fernández MuñozDesde el instante de la fecundación, el cuerpo carnal fue constituido molécula a molécula por la voluntad del espíritu, que definirá el futuro cuerpo espiritual del ser, su periespíritu.
Por ser ambos transformaciones de él, ese fluido, condensado en el periespíritu, puede proporcionar principios reparadores al cuerpo.
El pensamiento del sanador actúa sobre los fluidos espirituales, transmitiéndolos de Espíritu a Espíritu, conforme sean buenos o malos, sanando o viciando los fluidos ambientales.
El periespíritu de los encarnados, siendo de naturaleza idéntica al de los fluidos espirituales, él los asimila con facilidad, como una esponja se empapa de un líquido, dependiendo, está claro, de la ley de sintonía y afinidad.
Actuando esos fluidos sobre el periespíritu, este, a su vez, reacciona sobre el organismo material con el que se encuentra en contacto molecular; si los efluvios son de buena naturaleza, el cuerpo siente una grata y saludable sensación; si no lo son la impresión es negativa.
Considerado como materia terapéutica, el fluido tiene que alcanzar la materia orgánica, a fin de repararla, puede, entonces, ser dirigido contra el mal por la voluntad del sanador, o atraídos por el deseo ardiente, por la confianza, por la fe del enfermo. Con relación a la corriente fluidica, el sanador obra como una bomba impulsora y el enfermo como una bomba aspirante. Algunas veces es necesaria la sintonía de las dos acciones. La disposición mental de quien aplica la sanación y de quien la recibe es muy importante.
El poder terapéutico está en la pureza de la sustancia transmitida, de la fuerza psíquica y espiritual, cuya corriente fluidica circula de aura a aura, pero depende también de la energía de la voluntad que, cuanto mayor sea, más abundante emisión fluídica provocará y mayor fuerza de penetración dará a los fluidos.
Los fluidos son también el vehículo del pensamiento, el cual puede modificar las propiedades, impregnándolas de cualidades buenas o inferiores según la pureza o impurezas emitidas.
Lo importante es, repetimos, la disposición mental para transmitir o captar los fluidos.
Podemos concluir, después de este análisis, que las formas externas de sanación son secundarias y solamente pueden ser válidas aquellas aplicaciones que ofrezcan mayor porcentaje de confianza a quién da y a quién recibe, atendiendo a los principios de la ética, simplicidad y discreción cristiana.
Extractado del Sitio Asociación de Estudios Espíritas de Madrid.