19 de mayo de 2019

Los Necromantes no son Espíritas

Los Necromantes no son Espíritas

por José Luis Martín

Muchos de los adivinos en busca de dinero, poder o prestigio entre sus creyentes, con sus actuaciones han originado la “nigromancia” o “necromancia”, por la que han pretendido adivinar o conocer el futuro evocando a los muertos para obtener de ellos revelaciones.

Por extensión a todas las “artes” de adivinación se les ha llamado “necromantes”, debido a la creencia popular de que en todos los medios de adivinación son las almas de los muertos las que actúan.

Así se le ha relacionado con la “magia negra” y con el demonio; esto ha dado lugar a que esta idea de adivinar el futuro consultando a los muertos, se las confundiese con lo que es la mediumnidad y el Espiritismo que nada tiene que ver en absoluto con todo esto, pues en el Espiritismo se emplea la mediumnidad solamente como herramienta de investigación , información y ayuda espiritual mediante el intercambio de comunicación con Seres del más allá, seleccionando los espíritus que por este medio se pueden manifestar para enseñar algo positivo que ayude y oriente a los seres humanos y a otros Seres espirituales que no pueden aprender directamente de ellos por permanecer en una faja de existencia vibratoria espiritual más elevada.

Estas enseñanzas se obtienen después de analizar la fiabilidad de la calidad ética y moral del Ser comunicante o manifestante siguiendo los criterios señalados en la Codificación Espírita que dejó plasmada en sus obras Allan Kardec, con la meta definida de un crecimiento moral y espiritual que se puede extraer de los sabios y buenos consejos y enseñanzas ofrecidos por estos evolucionados y elevados Seres del “Mas Allá”.

Si los actos del futuro , no permaneciesen ocultos y conociésemos todos los detalles de nuestro destino individual por venir, descuidaríamos nuestro presente, y condicionaríamos nuestra libertad para actuar en la vida en cada momento , porque el conocer algo que hubiese de suceder fatídica e irremediablemente , nos haría descuidar los actos comunes de la vida cotidiana, o bien nos obsesionaríamos por evitarlo en unos casos, o por adelantarlo en otros.

Al tener oculto el futuro, aun sin ser conscientes de ello, con nuestras actuaciones y pensamientos estamos preparando lo que realmente sucederá antes o después en ese futuro, aún en cosas de las que no desearíamos que fuesen así.

Si nuestros actos estuviesen fijados invariablemente por la fuerza del destino o porque “lo dijesen los astros”, no tendríamos responsabilidad en ellos, por carecer de la libertad moral de crear nuestras propias causas y efectos . Como consecuencia no seríamos capaces de poder evolucionar espiritualmente al despreocuparnos de todo y no esforzarnos por nada , porque lo esperaríamos todo del destino o de los astros, quedando sumidos en una resignada y lógica indolencia.

Extractado del Blog Inquietudes Espíritas.