la Doctrina, No Podía ser la Obra de un Solo Espíritu
por Allan Kardec.No existe ninguna ciencia que haya salido en su totalidad del cerebro de un hombre; todas ellas, sin excepción, son el producto de observaciones sucesivas que se apoyan en las observaciones precedentes, como sobre un punto conocido para llegar al desconocido. Así es como los Espíritus procedieron para el Espiritismo; es por eso que su enseñanza es gradual; abordan las cuestiones sólo a medida que los principios en los cuales deben apoyarse están lo bastante elaborados, y a medida que la opinión es madura para asimilarlas. Es hasta notable que cada vez que los centros particulares quisieron abordar cuestiones prematuras, obtuvieron sólo respuestas contradictorias no concluyentes. Cuando, al contrario, el momento favorable vino, la enseñanza se generalizaba y se unificaba casi en la universalidad de los centros. Hay, no obstante, entre la marcha del Espiritismo y la de las ciencias hay una diferencia capital, es que éstas no alcanzaron el punto dónde llegaron sino después de intervalos largos, mientras que bastaron algunos años para el Espiritismo, si no para alcanzar el punto culminante, por lo menos para recoger una suma bastante grande de observaciones para constituir una doctrina.
Esto valora la multitud innumerable de Espíritus que, por la voluntad de Dios, se manifestaron simultáneamente, aportando cada uno el contingente de sus conocimientos. Es resultado de eso que todas las partes de la doctrina, en lugar de ser elaboradas sucesivamente durante varios siglos, lo fueron más o menos simultáneamente en algunos años, y que bastó con agruparlas para formar un todo. Dios quiso se hiciera así, primero, para que el edificio llegara antes a la cumbre; en segundo lugar, para que se pudiera, por la comparación, tener un control, por así decirlo, inmediato y permanente de la universalidad de la enseñanza, que ninguna parte no tuviera valor y autoridad más que por su enlace con el conjunto, todas debían de armonizarse, encontrar su sitio en el casillero general, y llegar cada una a su tiempo. No confiando a un solo Espíritu el cuidado de la promulgación de la doctrina, Dios quiso además que tanto el más pequeño como el más grande, entre los Espíritus como entre los hombres, aportara su piedra al edificio, con el fin de establecer entre ellos un lazo de solidaridad cooperativa que faltó a todas las doctrinas obtenidas de una fuente única. Por otra parte, cada Espíritu, lo mismo que cada hombre, teniendo sólo un conjunto limitado de conocimientos, individualmente eran inhábiles a tratar exprofeso las cuestiones innumerables a las cuales toca el Espiritismo; he aquí también por qué la doctrina, para cumplir las vistas del Creador, no podía ser la obra de un solo Espíritu, ni de un solo médium; podía salir sólo de la colectividad de los trabajos controlados por unos y otros.
Extractos del Libro "Caracteres de la Revelación Espirita", por Allan Kardec.
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