La Proximidad Del Guía
por Jacques PeccatteEl guía ha seguido un camino que fue más o menos común con el de su protegido, en el que lo conoce bien dentro de una proximidad espiritual y afectiva a partir de la cual decidió convertirse en guía. Este deseo de proximidad es evidentemente real por parte del guía, pero en general lo es mucho menos por parte del protegido, que no percibe esa presencia sutil. Y aun cuando esa presencia trate de hacerse oír, el protegido puede rechazarla inconscientemente.
Ciertos guías no tienen prácticamente ningún impacto sobre sus protegidos, sobre todo cuando éstos erran todavía entre las torpezas de la inferioridad, dejándose llevar por sus más bajos instintos. Velan entonces como pueden, más en espera de un cambio que como una verdadera influencia apenas perceptible. Y sin embargo, el peor de los criminales tiene, como todo el mundo, un guía amoroso que espera pacientemente algunos resplandores de conciencia por parte de su protegido que, tarde o temprano, deberá despertar de su letargo espiritual para dar finalmente un paso decisivo en el sentido del progreso de su alma.
En los estadios de inferioridad espiritual, es difícil hablar de libertad o de libre albedrío, pues cuando los instintos dominan, apenas se puede hablar de consciencia, aunque a pesar de todo el espíritu inferior siempre tendrá una consciencia mínima y primaria que le permite saber, aunque sea confusamente, que puede progresar.
Todos tenemos un guía espiritual. No es asignado por nadie. A nadie se le obliga a ser tutor de otro. El guía es simplemente un espíritu dispuesto a ayudar a otro por amor.
No siempre se lo escucha, porque esto depende del grado de disposición que cada encarnado tenga. Cuando no lo escuchan, se retira, pero siempre estará allí cuando se lo llame.