15 de febrero de 2019

Olvido Del Pasado

Olvido Del Pasado

Conveniencia del Olvido


En la Revue Spirite de septiembre de 1863, en un artículo intitulado “Preguntas y Respuestas sobre Expiación y Pruebas”, Allan Kardec responde una carta enviada por un grupo espiritista que sustentaba la tesis de que, en el mundo material solamente pasamos por “pruebas”, puesto que las “expiaciones”, como consecuencia de nuestros actos, sólo acontecen en el mundo espiritual.
La respuesta de Kardec es extensa, ratificando que en el mundo material soportamos tanto “pruebas” como “expiamos” faltas cometidas anteriormente. Pero, en un fragmento de su respuesta, Kardec hace consideraciones específicas sobre la cuestión de expiar faltas de las cuales no nos acordamos y argumenta en el sentido de la necesidad del olvido.
A continuación reproducimos el referido trecho:

“Sigue a continuación la importante cuestión del olvido que, según nuestro corresponsal, elimina de los males de la vida el carácter de expiación. Es un error. Dadle el nombre que quisiereis: no lograréis que no sean la consecuencia de una falta. Si lo ignoráis el Espiritismo os lo enseña. En cuanto al olvido de las mismas faltas, él no tiene las consecuencias que le atribuis. Hemos demostrado en otra parte que el recuerdo preciso de esas faltas tendría inconvenientes extremadamente graves, perturbándonos, humillándonos ante nuestros propios ojos y ante los del prójimo; traerían perturbación en las relaciones sociales y, por esto mismo, frenaría nuestro libre albedrío”.
En este párrafo Allan Kardec sintetiza la posición de la Doctrina Espiritista en relación a lo conveniente que es el olvido, por lo menos en el nivel evolutivo en el que se encuentra el ser humano. Kardec añade:

“Por otro lado, el olvido no es tan absoluto como se supone. Él sólo se da en la vida exterior de relación, en el propio interés de la humanidad; pero en la vida espiritual no sufre interrupción. Tanto en la erraticidad como en los momentos de emancipación, el Espíritu se acuerda perfectamente, y ese recuerdo le deja una intuición que se traduce en la voz de la conciencia, que le advierte de lo que debe, o no debe, hacer. Si no la escucha, entonces la culpa es suya. Además, el Espiritismo proporciona al hombre un medio de remontar su pasado, sino los actos concretos, al menos los caracteres generales de esos actos que quedarán más o menos desvaídos en su vida actual. (...) La vida actual es para él un nuevo punto de partida: a ella llega rico o falto de buenas cualidades; bástale, pues, estudiarse a sí mismo para ver lo que le falta y expresar: “Si soy castigado, es porque pequé”. “Y el mismo castigo le dirá lo que hizo”

Aunque utilizándose de un lenguaje en el que se vale de la figura “crimen-castigo” para demostrar, didácticamente, la ley de causa y efecto, Kardec insiste en que acordarse detenidamente del pasado haría mal al espíritu, pero saber la naturaleza de sus faltas será un estímulo para “expiarlas” correctamente, esto es, librarse completamente de los mecanismos de la culpa que lo atormentan.

Extractado del Boletín Flama Espírita.