JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ COLAVIDA
(Tortosa, 1819 – Barcelona, 1888)
Si deseáramos describir, en pocas palabras, quién es José María Fernández Colavida, deberíamos afirmar, ante todo, que se trata del ejemplo real y concreto del hombre de bien y del verdadero espírita, enseñado en El Evangelio según el Espiritismo.
Conocido, con toda justicia, como el ?«Kardec español??»?, trabajó y sigue trabajando permanentemente por el progreso de la humanidad, divulgando la Doctrina Espírita no solamente por medio de su perfecto conocimiento doctrinario, sino también por el fiel ejemplo que siempre ha dado de la práctica de las enseñanzas espíritas, sobre todo de la ley de amor, de justicia y de caridad.
Primer traductor y editor de los libros de Allan Kardec al idioma español, jamás buscó ventajas materiales en las obras que publicaba, donando muchas de ellas en beneficio de la divulgación doctrinaria o vendiéndolas a precios simbólicos, que ni siquiera cubrían los costos generados por la impresión.
Fue gracias a su abnegado trabajo de divulgación doctrinaria que Amalia Domingo Soler, entre otros innumerables beneficiarios, pudo tener las obras de Allan Kardec, como ella misma cuenta en Memorias: ??«[…] Fernández Colavida me mandó la colección completa de su Revista, las obras de Allan Kardec y una carta cariñosísima. Cuando yo me vi dueña de los libros de Kardec por los que tanto había suspirado, mi alegría fue inmensa??».
Fundador, director y redactor, en Barcelona, de la Revista Espiritista –Periódico de Estudios Psicológicos, posteriormente denominada Revista de Estudios Psicológicos, fue el mayor divulgador espírita para los países de lengua española. Realizó un trabajo admirable de orientación doctrinaria a espíritas de varios lugares del mundo, tales como Argentina, Colombia, Cuba, Ecuador, Filipinas, México, Perú, Uruguay, además de España.
En la obra La luz que nos guía, se transcribe la siguiente información, publicada en el periódico barcelonés El Diluvio, con ocasión de la desencarnación de Fernández Colavida: «Nada más cierto Fernández ha sido un verdadero apóstol del Espiritismo; ha amado su ideal filosófico sobre todas las cosas de la Tierra, y bien lo probó cuando en el día 9 de Octubre de 1861 en la explanada de Barcelona en el lugar donde se ejecutaban los criminales condenados al último suplicio, por orden del Obispo de la ciudad Condal fueron quemados trescientos volúmenes y folletos sobre Espiritismo, propiedad del Sr. Fernández. Éste siguió imperturbable su trabajo de propaganda [...]».
Fue el fundador de la primera librería espírita en la capital de Cataluña, así como de la Asociación de los Amigos de los Pobres, de la Sociedad Barcelonesa Propagadora del Espiritismo, y fue el director del Grupo Espírita La Paz, instituciones en las que trabajó con ahínco por el bien del prójimo.
Presidente de honor del Primer Congreso Internacional Espírita, realizado en Barcelona en septiembre de 1888, pocos meses antes de su desencarnación, recibió el homenaje con la mayor humildad, pues jamás buscó ningún reconocimiento, excepto el de su propia conciencia.
Gran soldado de la paz del Cristo, ha trabajado de manera incesante por la unión de los espíritas alrededor del estudio y de la práctica de la moral de Jesús, así como de las enseñanzas codificadas por Allan Kardec. Sus manos laboriosas, herramientas luminosas en servicio constante a la causa espírita, escribían, en su más reciente encarnación, textos doctrinarios, cartas de orientaciones a espíritas de todas las condiciones sociales y de varias nacionalidades. Igualmente, llevaban auxilio a necesitados de toda especie, tanto la ayuda material a las personas pobres económicamente como los fluidos saludables a los enfermos de cuerpo o de alma. En la vida espiritual, esas mismas manos, además de permanecer fielmente en el trabajo de las letras y del auxilio, nos son extendidas amorosamente para sostenernos en el recto cumplimiento de nuestros deberes como espíritas.
En su tumba, donde yace el cuerpo mortal, los espíritas de España y América, como una muestra de gratitud, deseaban construir un monumento. Con todo el respeto que esa iniciativa merece, no dejemos de prestar también otro homenaje al ejemplo inmortal de ese noble Espíritu bienhechor, edificando, en nosotros mismos, el monumento de la práctica de las dos enseñanzas fundamentales para todo espírita: «Hermanos, amémonos e instruyámonos».
por Simoni Privato Goidanich
Principales fuentes consultadas:
- Amalia Domingo Soler. Memorias. 4ta ed. Araras-São Paulo: Mensaje Fraternal-IDE, 2000.
- Amalia Domingo Soler. La luz que nos guía. 3.a ed. Orihuela-Alicante: Centro Espírita La Luz del Camino, 2004.
- Divaldo Pereira Franco. Hacia las estrellas. Dictado por diversos Espíritus. 2da ed. Araras-São Paulo: Mensaje Fraternal-IDE, 1994.
Extractado de "Revista Espírita 1858-1861", por Allan Kardec.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Haz un comentario