Jesús, el Hombre
Jesús, el Antecesor de las Enseñanzas Espíritas.
por Dante LópezEn el siglo XIX , en la plenitud de la ciencia positiva, un hombre menos místico y más científico marcó un hito: Consiguió desentrañar el mecanismo de la comunicación con los espíritus desencarnados.
Lo que le transmitieron hacía recordar en algunos aspectos a las enseñanzas de Jesús, porque hablaban de la trascendencia del espíritu sobre la materia, de que cada uno es dueño de su destino y de que el sentido de la vida era una búsqueda personal, insistían los espíritus que nadie necesita ser salvado, porque nadie está condenado.
Esta nueva doctrina se llamó Espiritismo, sin aditamentos, ya que provenía de los espíritus, y porque Denizard Rivail era un hombre de ciencias y como tal buscó un nombre nuevo para algo nuevo.
Como la cultura que rodeaba a Rivail era influenciada por el Cristianismo derivado de las opinables interpretaciones que se hicieron de las enseñanzas de Jesús, se vio en la necesidad de estudiar las similitudes y comparó, como todo científico, para sacar conclusiones.
Se asombró al comprobar que las enseñanzas de Jesús podían ser descifradas de una manera distinta a la luz de la doctrina de los espíritus, y que casi 2000 años después había llegado el momento de llamar a cada cosa por su nombre.
Claro que otra vez, entre lo que un hombre esclarecido puede comprender y expresar, y lo que sus seguidores pueden entender, hubo diferencias.
La figura de Jesús fue y es motivo de controversia entre los espíritas también. Es posible encontrar quienes piensan que Jesús fue un agénere fluídico, o que el Espiritismo puede ser mixturado con el Cristianismo o con otras religiones.
Los que estamos identificados con un Espiritismo laico, humanista, adogmático y progresista no coincidimos con esa postura, pero la respetamos, y al pensar que todas las búsquedas de espiritualidad son convergentes, estamos confiados en que los caminos se encontrarán.
Admiramos a Jesús hombre, lo que él representa como arquetipo de ser humano, y anhelamos liberarnos del lastre del personalismo y la imposición. Aspiramos a ser parecidos a él, un hombre firme en sus ideas y amoroso en su accionar, solidario con sus semejantes, capaz de dedicar su vida a sus ideales, comprensivo con las limitaciones propias y ajenas, de pensamiento universal, que evalúa, pero no juzga ni condena. Seguros de que todos somos parte de un mismo proyecto en distinto momento de evolución.
Para los seres humanos, como nos mostró Jesús, también llegará el momento de “sentir” y “ver” el futuro con optimismo y seguridad al comprender que estamos transcurriendo el camino de un proceso progresivo, que nos incluye a todos, porque tenemos la seguridad que detrás de esta aparente confusión está Dios, Inteligencia Suprema, Causa Primera de todas las cosas.
Allí nos encontraremos, más tarde o más temprano, en un acto continuo y dinámico de Amor Universal.
Tomado del Blog "América Espírita"
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