Los Espíritus Enseñan sólo lo Justo y Necesario para Encaminar la Verdad
por Allan Kardec.Las dos primeras revelaciones podían ser sólo el resultado de una enseñanza directa; debían imponerse a la fe por la autoridad de la palabra del maestro, los hombres no estaban lo bastante avanzados para contribuir a su elaboración. Observemos, no obstante, entre ellas un matiz muy sensible que aprecia el progreso de las costumbres y las ideas, aunque hubieran sido hechas en el mismo pueblo y por el mismo medio, pero con dieciocho siglos de intervalo. La doctrina de Moisés es absoluta, despótica; no admite discusión y se impone a todo el pueblo por la fuerza. La de Jesús esencialmente es consejera; es aceptada libremente y se impone sólo por la persuasión; es controvertida como la vida misma de su fundador, que no desdeñaba discutir con sus adversarios.
La tercera revelación, recibida en una época de emancipación y de madurez intelectual, donde la inteligencia desarrollada no puede relegarse a un papel pasivo, donde el hombre no acepta nada a ciegas, sino que quiere ver donde se le lleva, saber el como y el por qué de cada cosa, debía ser a la vez el producto de una enseñanza y el fruto del trabajo, de la búsqueda y del examen libre. Los Espíritus enseñan sólo lo justo y necesario para encaminar la verdad, pero se abstienen de revelar lo que el hombre mismo puede encontrar, dejándole al cuidado de discutir, de controlar y de someter todo al crisol de la razón, dejándole adquirir a menudo la experiencia a su costa. Le dan el principio y los materiales: a él toca obtener provecho de eso y ponerlos en funcionamiento.
Extractos del Libro "Caracteres de la Revelación Espirita", por Allan Kardec.

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