26 de febrero de 2019

El periespíritu y los centros de fuerza


El periespíritu y los centros de fuerza


La Doctrina Espírita nos enseña a través de su amplio saber que el ser humano está constituido por la unión de tres principios: 1º EL ALMA O ESPÍRITU, causa de la vida psíquica; 2º EL CUERPO, envoltura material a la que el alma está temporalmente asociada durante su paso sobre la Tierra; 3º EL PERIESPÍRITU, substancia fluídica que sirve de lazo entre el alma y el cuerpo por medio de la energía vital. Del estudio de este organismo se han adquirido conocimientos nuevos que nos permiten explicar las relaciones entre ambos la idea directriz que preside la formación de todo individuo:la conservación del tipo individual y específico a pesar de los cambios perpetuos de la materia y el complicado mecanismo de la máquina viviente.

Cuando la sustancia fluídica del Periespíritu cesa, dejan los órganos de funcionar, se retira el principio vital, y el espíritu abandona el cuerpo. Entonces las células físicas dejan de formar un conjunto compacto y, al no tener ya una dirección común, tienden a separarse; es entonces cuando sobreviene la descomposición de la ya vacía envoltura carnal.

El Periespíritu, denominado también por otras filosofías de oriente y occidente como cuerpo astral, envoltorio o cuerpo bioplasmático, está compuesto de la quinta esencia de los elementos combinados de las encarnaciones anteriores. Evoluciona y progresa con el alma y es tanto más sutil y menos material cuanto más elevado y perfecto es el individuo. El Periespíritu asegura la conservación de la indiviualidad, fija los progresos ya conseguidos, es decir, sintetiza el estado de avance del ser.
El vehículo periespiritual está regido por siete “Centros de fuerza” o “Chakras” según el lenguaje de Oriente, que tienen el doble cometido de dar viabilidad a nuestro cuerpo físico y hacernos percibir físicamente el mundo fluídico o mundo espiritual que nos rodea y nos influencia. Vibrando en sintonía unos con otros al influjo del poder directriz de la mente, establecen para su uso un vehículo de células eléctricas.

La vitalidad con que estos “Centros de fuerza” o “Chakras” impregnan nuestro organismo es lo que hace que éste sea un conjunto armónico con un denominador común; la voluntad del Espíritu. Aquí vemos hasta que punto puede influir la situación o estado moral del espíritu sobre la salud física del individuo.

Extractado del Sitio Asociación de Estudios Espíritas de Madrid.