24 de febrero de 2019

Las profecías o predicciones


Las profecías o predicciones


Muy raramente un Espíritu ilustrado y consciente dará una fecha concreta para el acontecimiento predicho. Recordemos lo que comentaba Kardec sobre este tema:
“Los Espíritus que integran la población invisible de nuestro mundo, en el que ya han vivido y en el que continúan viviendo a nuestro alrededor, se hallan naturalmente identificados con nuestros hábitos, de los que guardan el recuerdo en la erraticidad. Podrían, en consecuencia, asignar fecha a los acontecimientos futuros, ya que conocen nuestros cálculos; pero además de que tal cosa no les está siempre permitida, se ven impedidos de hacerlo porque las circunstancias están subordinadas al libre albedrío y a la decisión eventual del hombre: La fecha exacta sólo puede conocerse en el momento en que se cumpla el hecho.

“Por eso mismo las profecías circunstanciadas no pueden darnos una certeza y sólo deben aceptarse como probabilidades, aún cuando no llevaran consigo el sello de legítima sospecha. Así es como los Espíritus verdaderamente sabios no dan fechas en sus profecías; se limitan a prevenirnos sobre aquellas cosas que consideran útil que conozcamos. Insistir para conocer detalles precisos, es exponerse a las mistificaciones de los Espíritus frívolos, que predicen todo lo que deseamos, sin preocuparse por decir la verdad, y que se divierten con las aprensiones y decepciones que nos causan.”

O sea que, si en una reunión mediúmnica, se vierte una predicción que, según el Espíritu comunicante, debería cumplirse en una fecha determinada, hemos de recelar completamente de la bondad de esa predicción. Cuando menos hay que dejarla en la más prudente de las reservas, y no permitir que mediatice nuestras actuaciones presentes y futuras.

No deja de ser sorprendente que una doctrina tan correcta, tan reconfortante y tan lógica como es el Espiritismo, no llegara al buen puerto que las circunstancias iniciales hacían prever. Sin duda aquella siembra se hizo en el momento oportuno, aunque en un campo todavía poco propicio; campo que se agostó con la aparición de las terribles pruebas colectivas que supusieron tanto la guerra civil española, como las dos guerras mundiales. Pero, la semilla sigue viva y, en el momento oportuno, dará su fruto.

Extractado del CBCE - Centre Barcelonés de Cultura Espírita.