24 de febrero de 2019

Sistemas antiguos sobre el origen del mundo


Sistemas antiguos sobre el origen del mundo

por Allan Kardec

La primera idea que los hombres tuvieron de la Tierra, el movimiento de los astros y la formación del Universo, se basó en el testimonio de sus sentidos. En la ignorancia de las leyes más elementales de la Física y de las fuerzas naturales, con una comprensión limitada como único medio de observación, posiblemente hayan juzgado a las cosas según las apariencias. Observando la salida del Sol por un lado del horizonte y la puesta por el lado contrario, llegaron a la conclusión lógica de que éste giraba alrededor de la Tierra, mientras que nuestro planeta permanecía inmóvil. Si en ese momento alguien les hubiese dicho que ocurría lo contrario, no hubieran podido creerle, y sus palabras habrían sido: Vemos al Sol cambiar de lugar, y en cambio no sentimos la Tierra moverse.

La corta extensión de los viajes de aquella época, que no superaban los límites del asentamiento tribal o del valle que habitaban, no les permitía constatar la esfericidad de la Tierra. ¿Cómo imaginar, por otra parte, que la Tierra pudiese ser una esfera? En tal caso los hombres no hubiesen podido mantenerse sino en la parte de arriba. Pero, si toda la Tierra estaba habitada, ¿cómo podrían las personas vivir en el hemisferio opuesto con la cabeza hacia abajo y los pies orientados a lo alto? Y si además rotaba, todo se complicaba más aún. Hoy, aunque se conoce la ley de gravitación vemos todavía a personas considerablemente cultas que no comprenden este fenómeno. Por tanto, no podemos asombrarnos de que los hombres de aquellas primeras edades no lo hayan siquiera sospechado. La Tierra era para ellos una superficie lisa, circular como la rueda de un molino, extendida en posición horizontal. De ahí proviene la expresión aún usual: ir hasta el fin del mundo. Sus límites, su grosor, su estructura interna, su cara inferior, lo que existía abajo, constituía lo desconocido.

El cielo, con su aparente forma cóncava era, según la creencia más difundida, una bóveda real cuyos bordes inferiores reposaban sobre la Tierra marcando sus confines.
Las estrellas, cuya naturaleza no imaginaban siquiera, eran simples puntos luminosos, de menor o mayor tamaño, fijas en las bóvedas como lámparas suspendidas y dispuestas sobre una única superficie, todas a igual distancia de la Tierra, de la misma forma que se las representa en el interior de ciertas cúpulas, pintadas de azul para simular el color del cielo.

La formación de las nubes por evaporación de las aguas era desconocida. La ignorancia completa del conjunto universal, de las leyes que lo rigen y de la naturaleza, constitución y destino de los astros, que parecían tan pequeños comparados con la Tierra, los llevó a considerar a ésta como la cosa principal, la meta única de la Creación, y a los astros como accesorios creados sólo en honor de sus habitantes. ¡Cuántas personas creen aún que las estrellas son adornos del cielo para recrear la vista de los habitantes de la Tierra!


Conceptos Extractados de "El Génesis", por Allan Kardec.