Arrepentimiento y unión con Dios
La culpa es natural consecuencia del avance moral de nuestra conciencia, pero el remordimiento autopunitivo no lo es, es una reacción instintiva de reparar, por nosotros mismos, lo que no tiene ya remedio. El orgullo nos crea la ilusión de poder reparar por nosotros mismos lo errado, pagando con la moneda que le es mas fácil (los pensamientos depresivos). El remordimiento es un intento de nuestro orgullo (llamado también orgullo negativo), de arreglar o compensar las Leyes Divinas, como si realmente pudiera.
La única salida es el ARREPENTIMIENTO sincero. Insistimos el remordimiento (re-morder) nos sitúa nuevamente en el pasado, el arrepentimiento es un acto de entrega, comienzo de la actitud de abnegación, es un acto de humildad que derrumba nuestro orgullo mas arraigado. Donde hay humildad, abnegación, fe y arrepentimiento, el orgullo se diluye purificándonos.
Fácilmente podemos entender las consecuencias de no reparar los sentimientos de culpa. Muchos de ellos, al no ser reparados, pasarán a formar parte del inconsciente de las vidas futuras, próximos atavismos de la culpa, hasta su disolución con el arrepentimiento, expiación y reparación necesarios. Cuando el inconsciente tiene un complejo de culpa fuertemente instaurado, este nos hace sentir un sentimiento de separación con Dios, con la unidad de un todo. Nos polariza. Un sentimiento de desamparo y de no merecer ser ayudado, es la consecuencia natural de sentirse culpable inconscientemente cayendo definitivamente en la desesperanza, concluyendo que: "La culpa nos desconecta de Dios". Cuando pensamos que no seremos ayudados por la divinidad o el destino, un sentimiento egoísta y lleno de orgullo se descubre en nuestro interior. Egoísta debido a la sobreactuación de nuestro mecanismo de conservación, el Ego; y orgulloso al no querer admitir ni la culpa ni sus consecuencias ampliando el sentimiento de separación entre nosotros y todo el universo que nos rodea, del cual, internamente, ya no esperamos colaboración. Este desequilibrio interior distorsiona el Ego hacia actitudes egoístas. Al no esperar ser ayudados ya no confiamos en Recibir y como consecuencia no seremos capaces de Dar o bloquearemos cualquier impulso caritativo que pueda menguar nuestras reservas materiales. "No podemos dar si no sabemos recibir" al igual que "No podemos amar si no sabemos ser amados". Para aprender a Recibir debemos recuperar la Fe y la confianza en lo alto, pero antes tenemos que disolver los sentimientos de culpa.
Después de disolver todo sentimiento de culpa o separación con Dios podemos volver a establecer la conexión con las corrientes benéficas fluídicas que envuelven toda la creación. En este momento tan esperado y deseado por nuestro espíritu, como la respiración propia del cuerpo, es el momento para dar un paso más allá.
Extractado del Blog El Ángel del Bien.