27 de octubre de 2019

Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 26 »


Libro "Acción y Reacción" Chico Xavier\André Luiz « parte 26 »


Silas nos invitó a actuar.
Efectivamente, en algo debíamos cooperar.
El jefe de la caravana se aproximó a nosotros, y el Asistente nos lo presentó con un gesto amigable.
Era el intendente Macedo, valiente supervisor de tareas de socorro. Los parientes y amigos de los recién llegados, nos rodeaban ahora, con expresiones de alegría y de sufrimiento.
Algunas señoras que había visto antes en ansiosa expectativa, lloraban discretamente.
Noté que las entidades recientemente desligadas del cuerpo físico, turbadas como se hallaban, mostraban todas las señales de las enfermedades que les habían llevado a la desencarnación.
Un ligero examen clínico podría, sin duda alguna, favorecer la lectura de cada diagnóstico individual.
Una dama se acercaba a una joven que venía amparada por la ternura de una de las enfermeras de la institución, y, abrazándola, lloraba sin pronunciar palabra alguna. La muchacha recientemente liberada, recibía sus cariños, rogando conmovida:
–¡No me dejen morir!... ¡No me dejen morir!... Mostrándose aprisionada por los recuerdos de los últimos momentos en el cuerpo terrestre, con ojos llenos de pena y llanto, avanzó hacia Silas, exclamando:
–¡Padre! Padre, deme la bendición de la extremaunción; pero, por favor, ¡aparte de mí la guadaña de la muerte!... Intenté compensar mi falta en la caridad, amparando a los desprotegidos de la suerte, pero la ingratitud practicada con mi madre, ¡me habla muy alto en mi infeliz conciencia!... ¡Ah! ¿Por qué me cegó el orgullo, al extremo de condenarla a la miseria?... ¿Por qué no tuve, hace veinte años, la comprensión que tengo ahora? ¡Pobrecita, Padre! ¿Se acuerda de ella? ¡Era una humilde actriz que me crió con inmensa dulzura!... Centró en mí toda su existencia... De alegres escenarios, descendió a la ruda labor doméstica, para poder conquistar nuestro pan... Tenía a la sociedad en contra suya, y mi padre, sin ánimo para luchar por nuestra felicidad, la dejó en la extrema pobreza, cobarde e infiel a los compromisos que libremente había asumido...(35)
La infortunada criatura hizo un ligero silencio, mezclando sus propias lágrimas con las de la señora que la estrechaba contra su pecho y, con la mente sujeta a la confesión que acababa de hacer “in extremis”, y como si tuviera al sacerdote a sus pies, continuó:

MIS OBSERVACIONES
(35) Es notable que aún sin ser consciente de la muerte, el espíritu en el caso de esta joven, se arrepiente teniendo plena conciencia de sus errores.

Libro Psicografiado, "Acción y Reacción", por Chico Xavier\André Luiz



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