La evolución del alma
“…Todo sirve, todo se eslabona en la Naturaleza, desde el átomo primitivo hasta el arcángel, pues él mismo comenzó en un átomo”La pregunta 540 de El Libro de los Espíritus nos explica cómo toda criatura del Universo sirve para un propósito, un “fin providencial”, desde los animales más ínfimos hasta los espíritus superiores, todos somos instrumentos de Dios. De esta forma, incluso “… los espíritus más atrasados resultan útiles al conjunto. Mientras se ensayan para la vida, y antes de tener plena conciencia de sus actos y de su libre albedrío, obran sobre ciertos fenómenos cuyos agentes son sin tener conciencia de ello. Primero, ejecutan. Más tarde, cuando su inteligencia se haya desarrollado, ordenarán y dirigirán las cosas del mundo material.”
Por todo ello, seamos conscientes o no, hemos sido instrumentos de Dios desde nuestros inicios como espíritus en continua evolución. «Dios creó a todos los Espíritus simples e ignorantes, vale decir, desprovistos de ciencia», pero no desprovistos de instintos y de la Ley Natural grabada en el fondo de nuestro espíritu.
En los primeros momentos, “…en su origen (los seres humanos) son como los niños que acaban de nacer y que actúan más por instinto que por voluntad determinada”. En esos momentos «… no tienen los Espíritus más que una existencia instintiva y apenas tienen conciencia de sí mismos y de sus actos», seguidamente, conforme desarrollan la inteligencia, empiezan a adquirir responsabilidad frente a las Leyes Divinas.
Nada permanece estacionario en la Naturaleza, todo evoluciona en cumplimiento de la Ley de Progreso, a través de la reencarnación y los mecanismos de adaptación y herencia.
En cada encarnación integramos la herencia de nuestros padres con nuestras conquistas de existencias pasadas, ahora inconscientes, permitiéndonos desarrollar nuevas capacidades y características inalcanzables hasta ese momento.
La experiencia en todas las etapas de la evolución es el motor que elabora la actividad refleja (el reflejo), que precederá al instinto (automatización), que a su vez precederá a la actividad reflexiva que será la base de la inteligencia en su camino hacia la conciencia de sí mismo y la responsabilidad moral.
Gabriel Delanne, en su libro “La Evolución Anímica” escribe: “Todos los cambios que se observan en la Naturaleza no tienen sino un objeto: el progreso del Espíritu”. El estudio de la ley de Progreso nos permite concluir que nada ocurre en la Naturaleza por casualidad. Cada adaptación se proyecta en el plano extra-físico para cumplirse en el plano físico en cumplimiento de la Ley Natural para el bien de todas las criaturas en virtud de la “gran Ley de Unidad que rige la Creación”.
Extractado del Blog Asociación Espírita Gran Canaria.