17 de febrero de 2019

Las manifestaciones de Espíritus

Las manifestaciones de Espíritus

por Allan Kardec.

LAS MANIFESTACIONES PATENTES
Las manifestaciones patentes difieren de las manifestaciones ocultas, en que aquéllas son apreciables por nuestros sentidos. Constituyen, propiamente hablando, todos los fenómenos espiritas que se nos presentan bajo formas diferentes.

LAS MANIFESTACIONES FÍSICAS
Se les da este nombre de manifestaciones físicas a las que se limitan a fenómenos materiales, tales como los ruidos, baraúndas, movimiento y traslación de objetos, etc. Por regla general, no acusan ningún objetivo directo: su fin es llamar nuestra atención sobre una cosa determinada y convencernos de la presencia de un poder superior al del hombre. Para muchas personas, esta clase de manifestaciones no son sino un motivo de curiosidad; para el observador, son, por lo menos, la revelación de una fuerza desconocida, digna, por todos conceptos, de un estudio serio.

Los más simples efectos de este género, son los golpes percibidos sin causa ostensible conocida; y el movimiento circular de una mesa o de un objeto cualquiera, con imposición de manos, o sin ella; pero pueden adquirir proporciones bien diferentes y extrañas: los ruidos y golpes se producen algunas veces en diferentes lugares y con tal intensidad, que degeneran en verdadera zarabanda; los muebles son desplazados, tirados por los suelos, levantados en el aire; los objetos transportados de uno a otro lugar a la vista de todo el mundo; las cortinas descorridas, los cubrecamas arrancados, las campanillas agitadas... Se desprende que cuando tales cosas se presencian, ciertas personas las atribuyen al diablo. Un estudio atento ha hecho justicia a esa creencia supersticiosa; más tarde volveremos a tratar de ella.

LAS MANIFESTACIONES INTELIGENTES
Si los fenómenos de los espíritus se hubieran limitado a efectos materiales, ninguna duda cabe que se los hubiera podido atribuir a una causa puramente física, a la acción de algún fluido cuyas propiedades fueran aún desconocidas; pero cuando dieron señales indudables de inteligencia, ya no pudo pensarse de igual modo. Si todo efecto tiene su causa, todo efecto inteligente debe tener una causa inteligente. Es fácil distinguir un objeto que se agita, un movimiento simplemente mecánico de un movimiento intencional. Si este objeto, por el ruido o el movimiento, hace una señal, es evidente que ha intervenido en ello una inteligencia. La razón nos dice que no es el objeto material el inteligente: luego hemos de concluir que es movido por una causa inteligente extraña. Tal es el caso de los fenómenos que nos ocupan.

Conceptos Extractados de "Manual Práctico de las Manifestaciones Espíritas", por Allan Kardec.