El Aparecido de Mademoiselle Clairon (1723 - 1803) 2/5
Debutó en la Compañía Italiana a la edad de 13 años y en la Comédie Française en 1743. Se retiró del teatro en 1765, a la edad de 42 años.
por Allan Kardec«Toda mi gente, mis amigos, mis vecinos, incluso la policía, han escuchado ese mismo grito, siempre a la misma hora, saliendo siempre por debajo de mis ventanas y pareciendo surgir de la vaguedad del aire... Raramente yo cenaba en la ciudad, pero cuando lo hacía no se escuchaba nada, y varias veces, al preguntar a mi madre y a mi gente sobre si había alguna novedad, cuando entraba en mi cuarto el grito surgía entre nosotros. Una vez, el presidente B..., en cuya casa había cenado, quiso llevarme a mi hogar para asegurarse que nada me sucedería en el camino. En el momento en que se despedía en mi puerta, el grito surgió entre él y yo. Así como toda París, él sabía de esta historia: no obstante, lo recondujeron a su carroza más muerto que vivo.
«En otra oportunidad le pedí a mi amigo Rosely que me acompañase a la rue Saint-Honoré (calle San Honorato) para elegir algunas telas. El único asunto de nuestra conversación era mi aparecido (así se lo llamaba). Este joven, lleno de espíritu, no creía en nada; sin embargo, había quedado impresionado con mi aventura y me urgía a evocar el fantasma, prometiéndome creer en él si me contestase. Ya sea por debilidad o por audacia, hice lo que me pedía: el grito se escuchó tres veces y fue terrible por su estallido y rapidez. A nuestro regreso, fue necesario el socorro de todos para sacarnos del carruaje donde ambos estábamos desvanecidos. Después de esta escena permanecí algunos meses sin escuchar nada. Creí haberme liberado para siempre, pero estaba equivocada.
«Todos los espectáculos habían sido transferidos a Versalles para el casamiento del Delfín.38 Me habían reservado un cuarto en la avenue de Saint-Cloud 39 (avenida San Cloud), que ocupé con la señora Grandval. A las tres horas de la madrugada, le dije: Estamos en el fin del mundo; sería muy difícil que el grito nos buscara aquí... ¡Y éste se hizo escuchar! La señora Grandval creyó que el infierno entero estaba en el cuarto; corrió en camisón de arriba a abajo de la casa, donde nadie pudo dormir esa noche; por lo menos, ésa ha sido la última vez que el grito surgió.
«Siete u ocho días después, mientras conversaba con mis compañías habituales, la campanada de las once horas se hizo seguir de un tiro de fusil disparado en una de mis ventanas. Todos escuchamos el tiro; todos vimos el fogonazo; la ventana no presentaba ningún tipo de daño. Dedujimos que lo que se quería era mi vida, que habían errado el blanco y que era necesario tomar precauciones para el futuro. El Sr. Marville, que en aquel entonces era teniente de policía, hizo inspeccionar todas las casas ubicadas enfrente de la mía; en mi calle fueron apostados todos los espías posibles; pero, por más cuidados que se hubieron tomado, durante tres meses seguidos ese tiro fue visto y escuchado, siendo disparado siempre a la misma hora y en la misma ventana, sin que nadie haya podido nunca ver de qué lugar partía. De este hecho ha quedado constancia en los registros de la policía.
Extracto de "Revista Espírita 1858", por Allan Kardec.
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