19 de febrero de 2019

¡AH, Esas Madres!


¡AH, Esas Madres!


Cuando viene a la mente una figura de madre, siempre surge acompañada de una mezcla de divino y humano.
Es muy rara la persona que no se conmueve ante el recuerdo de su madre.
Los niños que abandonaron el hogar por motivos variados, y viven en las calles, cuando evocan a sus madres, una ola de ternura les invade el ser.

¿Por qué las madres son esas criaturas tan especiales?
Tal vez sea porque tienen el don de la renuncia ...
Una madre consigue renunciar a sus intereses para atender a ese ser querido indefenso y carente que lleva en sus brazos.

Pero las madres también tienen otras características muy especiales.
Un corazón de madre es compasivo. La madre siempre encuentra una manera de socorrer a su hijo, incluso cuando la vigilancia del padre es intensa.
Ella alivia el castigo, esconde las trampas, defiende, protege.
Sí, una madre siempre tiene algún dinero guardado, incluso conviviendo con extrema necesidad, cuando se trata de socorrer a un hijo.
Cuando el niño tiene una pesadilla en medio de la noche, y el miedo apura, es la madre que corre para acudir.

Las madres son un poco hadas, pues un abrazo su cura cualquier sufrimiento, y su beso es un santo remedio contra el dolor ...
Para los hijos, incluso crecidos, la oración de madre continúa teniendo el poder de remover cualquier dificultad, resolver cualquier problema, alejar cualquier mal.

En el entendimiento de los hijos, las madres tienen conexión directa con Dios, pues todo lo que ellas piden, Dios atiende.
El respeto a las madres perdura hasta en los lugares de donde la esperanza huyó. Cuando la policía no entra, las madres tienen libre acceso, aunque sea para tirar de la oreja del hijo que se desvió del camino recto.

Hasta el hijo bandido respeta a su madre, y le reverencia la imagen cuando ella ya viajó al otro lado de la vida. Hay madres que son verdaderas escultoras. Saben sacar de la piedra bruta que le llega a los brazos, la más perfecta escultura, trabajando con el cincel del amor y el crisol de la ternura.

¡Ah, esas madres!

Al mismo tiempo que tienen algo de hadas, también tienen algo de brujas ...
Ellos adivinan cosas acerca de sus hijos, que ellos desean ocultar de sí mismos.
Saben cuando quieren huir de los compromisos, inventan excusas e intentan engañar con sus falsas historias ...

Es que los hijos se olvidan de que vivieron nueve meses en el vientre de sus madres, y por eso ellos los conocen tan bien.

¡Ah, esas madres!

Las madres son esas criaturas especiales, que Dios ha dotado con un poco de cada virtud, para atender a las criaturas, no menos especiales, que son los niños.
Las madres adivinan que su misión es la más importante de la faz de la Tierra, pues es en sus brazos que Dios deposita sus joyas, para que queden aún más brillantes.
Tal vez sea por esa razón que Dios ha dotado a las madres con sensibilidad y valentía, coraje y resignación, renuncia y osadía, afecto y firmeza.

Todas estas son fuerzas para que cumplan la gran misión de ser madre.
Y ser madre significa ser co-creadora con Dios, y tener la oportunidad de construir un mundo mejor con esas piedras preciosas llamadas hijos ...

Extractado del Blog Mundo Espírita.