19 de febrero de 2019

El alma

El alma

por Allan Kardec.

Hay en el hombre un principio inteligente llamado Alma o Espíritu, independiente de la materia y que le concede el sentido moral y la facultad de pensar. Si el pensamiento fuese una propiedad de la materia, se vería a esta pensar; luego, como nadie ha visto jamás a la materia inerte dotada de facultades intelectuales, porque cuando el cuerpo ha muerto ha cesado de pensar, es preciso deducir de todo lo expuesto que el alma es independiente de la materia, y que los órganos materiales no son otra cosa que los instrumentos de que se aprovecha el hombre para manifestar su pensamiento. Las doctrinas materialistas son incompatibles con la moral y subversivas del orden social.

Si el pensamiento fuese secretado por el cerebro, como lo es la bilis por el hígado, según pretenden los materialistas, resultaría que, a la muerte del cuerpo, la inteligencia del hombre, lo mismo que todas sus cualidades morales, entrarían de nuevo en la nada; que todos aquellos parientes o amigos que se habría amado, se hubieran perdido definitivamente; que el hombre de genio no tendría mérito alguno, puesto que sus eminentes facultades las debería a la casualidad que presidió en su organización, y que entre el hombre de talento y el imbécil, no habría otra diferencia que la de tener una masa cerebral mas o menos imperfecta. Las consecuencias de esta doctrina serían tristísimas.

No esperándose nada para después de esta vida, no habría el menor interés en practicar el bien y nada más natural que procurarse el mayor número posible de goces, aun cuando fuese a costa de otros. Sería soberanamente ridículo causarse molestia por los demás, y el egoísmo sería el más racional de todos los sentimientos. El hombre verdaderamente desgraciado encontraría excelente remedio en el suicidio, porque lograría el beneficio de abreviar sus padecimientos.

La doctrina materialista es, pues, la sanción del egoísmo, fuente de todos los vicios, la negación de la caridad, manantial de todas las virtudes y base del orden social, y la justificación del suicidio. La independencia del alma es probada por el Espiritismo. La existencia del alma es probada por los actos inteligentes del hombre, que deben reconocer una causa inteligente y no inerte. Su independencia de la materia esta claramente demostrada por los fenómenos espiritistas que la demuestran obrando por ella misma, y sobre todo, por el experimento durante la vida, que le permite manifestarse, pensar y obrar ausente del cuerpo.

Puede decirse que así como la química separa los elementos constitutivos del agua poniendo al descubierto sus propiedades, y puede a voluntad descomponer o rehacer un cuerpo compuesto cualquiera, también el Espiritismo puede aislar los dos elementos constitutivos del hombre: el Espíritu y la materia, el alma y el cuerpo; separarlos y reunirlos a voluntad, lo cual no permite dudar de su independencia.

Conceptos Extractados de "Obras Póstumas", por Allan Kardec.