La muerte para la iglesia
por Herculano Pires.El Papa Pablo VI declaró, y la prensa mundial lo divulgó en todas partes, que “existe una vida después de la muerte, mas no sabemos como ella es”. Esto quiere decir que la misma Iglesia nada sabe de la muerte, a no ser que muramos. La idea cristiana de la muerte, sustentada y defendida por las diversas iglesias, es simplemente aterradora. Los pecadores al morir se ven enfrentados ante un Tribunal Divino que los condena a suplicios eternos. Los santos y los beatos no escapan a las condenas, no obstante la misericordia de Dios, que no sabemos cómo puede ser misericordioso con tanta impiedad. Los niños inocentes, que no han tenido tiempo de pecar, van hacia el Limbo misterioso y sombrío por la simple falta del bautismo.
El muerto se pudre enterrado, perdió la riqueza de la vida, se volvió pasto de gusanos y su misteriosa salvación dependerá de las condiciones financieras de la familia terrena. El muerto es débil, un fracasado y un condenado, enteramente dependiente de los vivos en la Tierra. El pueblo no comprende bien todo este cuadro de miserias en que los teólogos envolvieran a la muerte, mas siente el asco y el miedo de la muerte, instalado en su consciencia por la farsa de los poderes divinos que lo amenazan desde la cuna al túmulo y más allá del túmulo. No será de admirarse que los padres y las madres, los parientes de los muertos se asusten y se desesperen frente al hecho irremisible de la muerte.
Conceptos Extractados de "Educación para la Muerte", por Herculano Pires.