La revelación de Dios a través de enviados
por Allan KardecSi Dios suscita reveladores para las verdades científicas, puede, con mayor razón, suscitarlo para las verdades morales, que son uno de los elementos esenciales del progreso. Tales son los filósofos cuyas ideas atravesaron los siglos.
Desgraciadamente, las religiones han sido, desde siempre, los instrumentos de dominación; el papel de profeta tentó las ambiciones secundarias, y vimos surgir una multitud de reveladores pretendidos o mesías que, a favor del prestigio de este nombre, explotaron la credulidad en provecho de su orgullo, en provecho de su codicia o en provecho de su pereza, encontrando más cómodo vivir a costa de sus engaños. La religión cristiana no estuvo al abrigo de estos parásitos.
¿Hay revelaciones directas de Dios a los hombres? Es una cuestión que no nos atreveríamos a resolver, ni afirmativamente ni negativamente, de forma absoluta. El hecho no es en absoluto radicalmente imposible, pero nada da la prueba cierta. De lo que no podría dudar, es de que los Espíritus más acercados a Dios por la perfección se convencen de su pensamiento y pueden transmitirlo. En cuanto a los reveladores encarnados, según el orden jerárquico al cual pertenecen y el grado de su saber personal, pueden obtener sus instrucciones de sus propios conocimientos, o recibirlas de Espíritus más elevados, incluso de mensajeros directos de Dios. Éstos, hablando en nombre de Dios, pudieron ser tomados a veces por Dios mismo.
Este tipo de comunicaciones no tienen nada extraño para quien quiera conocer los fenómenos espiritistas y la manera en la que se establecen las relaciones entre los encarnados y los desencarnados. Las instrucciones pueden ser transmitidas por medios diversos: por la inspiración pura y simple, por la audición de la palabra, por la vista de los Espíritus instructores en las visiones y las apariciones, sea en sueño, sea en el estado de la víspera, así vemos varios ejemplos en la Biblia, en el Evangelio y en los libros sagrados de todos los pueblos. Pues es rigurosamente exacto de decir que la inmensa mayoría de los reveladores son médiums inspirados, auditivos o convincentes; de donde no se deduce que todos los médiums sean unos reveladores, y todavía menos los intermediarios directos de la Divinidad o de sus mensajeros.
Los Espíritus puros solo reciben la palabra de Dios con misión de transmitirla; pero sabemos ahora que los Espíritus están lejos de ser todos perfectos, y que los hay que se dan apariencias falsas; es lo que hizo decir a San Juan: "no crea en absoluto en todo Espíritu, sino vea antes si los Espíritus son de Dios."
Puede pues haber revelaciones serias y verdaderas, como las hay apócrifas y mentirosas. El carácter esencial de la revelación divina es el de la eterna verdad. Toda revelación mancillada por error o sujeta a cambio no puede emanar de Dios.
Conceptos Extractados de "Caracteres de la Revelación Espirita", por Allan Kardec.
Este capítulo pone en evidencia la creencia en un Dios casi persona. Alguien cuasi humano que dispone según se le ocurre, enviar a emisarios para ordenar su Creación.
En estos tiempos creer en un Dios Antropomorfo que decide según su voluntad, a sido superado por la mayoría de los buenos espíritas que profundizan sus análisis de la doctrina. La razón y los conocimientos actuales aunque no se pueda demostrar, Dios es un sistema perfecto, matemático, inmutable que tiene sus leyes intrínsecas y que no existe un cambio por voluntad de ningún ser superior. Todo funciona mecánicamente y de manera exacta.
No sabemos como es ese Sistema Universal. Pero si llegamos a la conclusión de que no puede ser Alguien finito y definido que está en un determinado sitio porque Dios lo debe abarcar Todo.